El talento de Oro Verde a la Ciudad Luz

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Jonathan Gubspun es un paranaense egresado de la carrera de Bioingeniería de la Facultad de Oro Verde
Jonathan Gubspun es un paranaense egresado de la carrera de Bioingeniería de la Facultad de Oro Verde, acreedor en 2011 de una beca para realizar trabajos de investigación en Francia.

Fue el laboratorio parisino, Centre de Recherche des Cordeliers, el cual aceptó su solicitud para llevar acabo sus investigaciones y debido a su excelente desempeño consiguió una beca del ministerio francés para realizar su doctorado en el Institut de Recherche des Phénomènes Hors Équilibre, emplazado en Marsella.

Van a cumplirse tres años que estás fuera de Paraná, ¿cómo llevás la vida en Francia?

Siempre tuve ganas de tener alguna experiencia en el exterior, de chico me quedé con ganas de hacer un intercambio de inglés en Estados Unidos que no sucedió y cuando empecé la carrera me fui interesando por los planes de becas en el extranjero hasta que en diciembre de 2011 tuve la oportunidad de viajar a París, luego de aplicar a una beca ofrecida por el Ministerio de Educación de la Nación Argentina bajo el nombre de “Programa de Movilidad a París en Inmunología y Bioterapias”. Estoy cerca de cumplir los tres años en Francia, actualmente resido en Marsella, tras haberme sido otorgada otra beca por el Ministerio Francés y en general la vida aquí me gusta, salvo por mis afectos que están todos en Argentina. 

¿Cómo es el proceso para aplicar a dichas becas?, ¿te resultó complicado ?

Fácil no es. Tal es así que hace algunos años atrás había aplicado a becas muy parecidas pero sin tener éxito. Así que me fui haciendo de páginas de becas y de avisos diarios o semanales que me llegaban al correo electrónico con distintas propuestas. En un determinado momento, me crucé con esta posibilidad y como las veces anteriores, presenté los papeles. Mi consejo es que aquellos que estén interesados entren en la web de la Secretaria de Políticas Universitarias, en el apartado de becas y allí podrán enterarse de todos los programas que otorga la Nación.

En particular, la beca que ganaste ¿qué requisitos exigía?

En primer lugar, ser estudiante regular de una carrera universitaria. La beca se llamaba: "Programa de Movilidad a París en Inmunología y Bioterapias". Proponía el pago del traslado ida y vuelta a París; el pago del alojamiento durante la estadía propuesta de seis meses y un monto de dinero para gastos mensuales. Dentro de los requisitos, el más difícil de cumplir fue conseguir un lugar en París donde poder desarrollar materias relacionadas al tema de estudio, que pudiera homologar en mi carrera en la Facultad de Oro Verde. Fue importantísimo encontrar el laboratorio de acogida. Antes de aplicar a esta beca, averigüé si mi carrera rozaba de alguna manera la inmunología o la bioterapia; y encontré algunos temas que si lo hacían, por lo tanto, me dispuse a presentarme. Menciono que lo más difícil fue conseguir el laboratorio que me recibiera porque tenía que ser en París. Envié cientos de emails a distintos laboratorios, y tan sólo uno me respondió, el Centre de Recherche des Cordeliers, afortunadamente pude trabajar ahí. Y luego gané otra beca, otorgada por el gobierno francés, en la cual tuvo mucho que ver mi director en París. Mi director actual aquí en Marsella, se comunicó con éste antes de elegirme como candidato y sus recomendaciones me ayudaron.

¿Cómo fueron esos primeros meses viviendo lejos de casa, sólo y en una ciudad  tan cosmopolita como París?

París fue perfecto. Me sucedieron cosas increíbles, desde un problema con la yerba al llegar al aeropuerto de Roma, Italia, hasta que me regalaran una entrada para el Lido (teatro similar al Moulin Rouge donde se realiza uno de los espectáculos de cabaret más famosos de la ciudad) ahorrándome 100 euros. Acá encontré cosas muy buenas, como por ejemplo el orden, la limpieza, la educación de las personas, los horarios, las facilidades del primer mundo al alcance de uno mismo. Fue muy sencillo adaptarse a lo bueno. Me quedé fascinado con el excelente funcionamiento del transporte público. Un ejemplo fácil y sencillo, fue que en cada parada de cualquier medio de transporte, ya sea el subte, RER (tren de corta distancia), colectivos, tranvía, existe un tablero que indica lo que va a demorar en llegar el siguiente transporte; esto no es algo muy novedoso si alguien a recorrido las calles de Rosario en el último tiempo, pero lo que sí fue novedoso para mí, es que  yendo a la parada del RER, cada día de mi estancia, no esperé más de dos minutos. Para uno que viene de Paraná, con lo hermosa que es, pero donde no sabe si el colectivo va a pasar por donde debería, ni cuánto va a demorar, es un cambio increíblemente bueno. Otra de las cosas que me llamó la atención fue que si se estaba realizando algún tipo de mantenimiento en la calle donde estaba ubicada la parada, en la garita del colectivo encontrabas las indicaciones de la parada provisoria.

¿Cómo fueron tus comienzos en el laboratorio?

Ya había terminado de cursar en Oro Verde y por eso pude formar parte del trabajo de investigación que hace el laboratorio Centre de Recherche des Cordeliers, éste depende de la Université Paris Descartes, Université Paris Marie Curie y el Institut National de la Santé et de la Recherche Medicale. Está conformado por dos departamentos, cada uno compuesto por 20 equipos. Mi equipo era conocido como “Biotechnologie des anticorps" (biotecnología de los anticuerpos). Desde el primer día que llegué me recibieron como uno más. Tuve las mismas exigencias que cualquier otro investigador y los mismos beneficios. Me dieron mi lugar de trabajo, con todas las tarjetas electromagnéticas para poder manejarme a gusto y placer, computadora, guardapolvo, etc. Los recursos con los que cuentan son asombrosos y trabajan de una manera muy ordenada. Como le contaba a un compañero de la facu, todo lo que estudiamos en los libros, lo vi por primera vez aplicado a la realidad.

En un laboratorio de esa magnitud con tantos investigadores extranjeros se manejarían en inglés, ¿no?

Así es. Este laboratorio es reconocido a nivel mundial. En mi planta había tres equipos trabajando conjuntamente, dentro de los cuales había personas de la India, Inglaterra, Australia, Francia, España, Austria, etc., así que el idioma de trabajo no podía ser otro más que el inglés. Y después, ya cuando volvía a la Casa Argentina, donde vivía, hablábamos el castellano común y corriente. Sinceramente, luego de estar todo el día hablando en inglés, llegar a la casa era uno de los momentos más lindos del día. 

Mencionás la Casa Argentina, ¿vivías en una casa llena de argentinos?

(risas) La Casa Argentina es una de las casas que se encuentran dentro de la "Cité Universitaire de París". Es como un gran country, donde existen casas de todo el mundo como la de Brasil, USA, Canadá, Holanda, Alemania, India, Marruecos, etc., donde uno se cruza con el mundo. A su vez “nuestra” casa (y también las demás)  cuenta en su mayoría con argentinos. Menciono la mayoría y no todos, ya que hay una reglamentación en la Cité U, que indica que todas las casas deben, al menos, estar habitadas por un 30% de personas que no sean de la nacionalidad de la casa a la que nos refiramos. Por lo tanto, en "casa" vivían personas de Japón, Canadá, Suiza, entre otras y muchos investigadores argentinos. ¡Todos ellos muy grosos! Vivir ahí fue una de las partes más lindas de la experiencia, pude conocer personas de todo el mundo.

 ¿Cómo fue compartir el hogar con compatriotas?

Hice muchos amigos, de esos que lo dan todo porque uno es parte de ellos, y ellos son parte de uno, tan sólo por ser argentinos. Fue una experiencia inigualable. Ahí caes en la cuenta de quienes somos los argentinos, como somos y porque nos identificamos. Fue magnífico. Teníamos una cocina común por piso, y  cocinábamos compartiendo el mate y la guitarra. Mientras unos iban terminando de cenar, otros empezaban. La casa tenía una agenda cultural que se dedicaba a llevar grupos de música, artistas y así fue como tuve la oportunidad de conocer al ex embajador argentino que estaba en Francia, Aldo Ferrer; al premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; y a Víctor Hugo Morales, quien estuvo realizando su programa de radio durante una semana desde ahí, entre otros. Lo bueno es que muchos de ellos se quedaban unos días residiendo y te los cruzabas en los pasillos y hasta tenías la oportunidad de charlar como si fueran el vecino de enfrente. Otro hecho lindo, fue tener la oportunidad de representar a nuestro país con el seleccionado de fútbol en el mundial de casas. Lamentablemente, quedamos fuera en cuartos de final contra Marruecos por penales; pero la experiencia valió la pena. Un detalle no menor de mi estadía por allí.

¿Tuviste contacto con profesores y universitarios para poder comparar el sistema educativo francés con el argentino?

Así es, tanto en la casa como en el trabajo tuve la posibilidad de discutir con los estudiantes franceses que estaban realizando la maestría o el doctorado, y me di cuenta que tenemos situaciones muy diferentes. Generalmente, ellos realizan un estudio universitario de tres años, para la mayoría de las carreras; con lo cual obtienen lo que sería nuestro título de grado. Y luego,  realizan el primer año de maestría, el M1, (nuestro cuarto año) y al año siguiente, su segundo año de maestría, el M2. Por lo que al cabo de los cinco años obtienen el título de Magísteres y comparado con nosotros, solo tenemos el título de grado en esa instancia. No sé si es mejor o peor, es diferente. Ellos a partir de su cuarto año de estudio empiezan a especializarse, acotando el campo de estudio, en cambio, nuestros planes de estudios universitarios son más abarcativos. Un ejemplo de una situación real vivida, fue cuando la PhD (doctora) que me tenía a su cargo, empezó a hablarme de un equipo que se llama Espectrómetro de flujo. Ella quería explicarme como era su funcionamiento interno y, en ese preciso momento, no tuve mejor idea que decirle que eso ya lo sabía, que en la facultad me lo habían enseñado y que, por la formación que tenemos hasta seríamos capaces de construir uno nosotros mismos. Fue muy gracioso, porque ella no podía entender cómo podía tener tal conocimiento siendo que en realidad no poseía ningún título en ese momento y ahí nos dimos cuenta de las diferencias que existen. Pero eso sí, tuvo que enseñarme a manipular uno ya que con esa tecnología, al menos en nuestra facultad, no se contaba o la que teníamos era anticuada. En fin, es distinto...

¿Te hiciste de amigos extranjeros?

Que pregunta difícil. Es complicado hacerse de "amigos" extranjeros. En mi caso particular, creo que la palabra amistad se la llevan muy pocas personas en mi vida y no sé si se la podría adjudicar a algún extranjero de los que conocí. Pero un amigo podría ser Arnaud, francés y esposo de Silvana, argentina. Me reconoció como argentino en el vuelo de Roma a París. Yo venía con el bolso matero colgando y me dijo: "¿Eso es mate?" con un castellano afrancesado. A lo que respondí: "!Claro!", orgulloso del evento que estaba sucediendo. Él continuó preguntando si era argentino, me contó sobre su esposa y así se construyó una hermosa relación de amistad. Compartimos muchos momentos en su departamento y en casa. Y con los extranjeros en el laboratorio, terminé con excelentes relaciones. Hasta el día de hoy, mantengo prácticamente un contacto constante gracias a las redes sociales. Es más, tuve la oportunidad de compartir cumpleaños con ellos, salir de picnic, ir al teatro o a tomar algo. Fue muy interesante compartir diferentes experiencias con personas de distintos lugares del mundo. Y ahora luego de residir durante tanto tiempo en Marsella, he cosechado amistades de esas que sé que si tengo cualquier tipo de problemas van a estar ahí para socorrerme. 

¿Dejaste tiempo para el ocio?

Con la beca que me otorgaron tuve un sólo objetivo en mente: recorrer todo lo que más pudiera. En ese momento, no sabía si iba a tener otra oportunidad en mi vida de recorrer Europa, por lo tanto, cada euro que pude ahorrar lo utilicé para viajar. Anduve por el norte de Francia, la zona de Le Havre, Etretat, Fecamp y Honfleur. En general, son pueblos pequeños, bien franceses y donde lo que abunda es tranquilidad y naturaleza. Luego, a una hora de París, pude ir a Chantilly, donde fue descubierta la famosa crema. También visité Bruselas, Grecia, Barcelona, entre otros lugares. 

¿Cómo es ahora tu vida en Marsella?

Marsella es una ciudad que está localizada al sur de Francia en lo que se llama la Cote d'Azur, sobre el mar mediterráneo. Luego de vivir en París y ver las posibilidades de viajar que existen allí y sentir ganas de recorrer aún más, comencé a buscar una nueva beca que me permitiera estar por más tiempo. Así es que tras muchos intentos, idas y vueltas, tal como sucedió la primera vez, conseguí una beca para hacer mi doctorado por tres años. La beca que me otorgó el gobierno argentino no tuvo nada que ver con esta nueva posibilidad de realizar el doctorado. Las aplicaciones las hice por mi cuenta y, de hecho, el tema que estoy investigando no tiene nada que ver con la inmunología o la bioterapia, está más bien relacionado con la física y la biología. 

¿Qué estás investigando allí?

El trabajo que estoy realizando acá, en el Institut de Recherche des Phénomènes Hors Équilibre, está relacionado con la física aplicada, más precisamente la mecánica de fluidos, aproximadamente somos 50 investigadores distribuidos en ocho equipos. Yo trabajo con capsulas biológicas. Para explicarlo de forma simple, trabajo con capsulas como las del ibuprofeno, pero en miniatura, (la más grande solo tiene 1 mm de diámetro). Las  introduzco dentro de capilares rígidos (pequeños tubos de vidrios, como los capilares sanguíneos) y las empujo a determinadas velocidades. A través de un microscopio observo la deformación que sufren. En principio, se deforman de la misma manera que los glóbulos rojos al entrar a los capilares sanguíneos; por lo tanto, es una buena aproximación para estudiar el comportamiento reologico de estos.

Estás por terminar el doctorado, luego tendrás que defender tu tesis, ¿qué planes hay para lo que viene?

Este es mi último año de beca, si todo marcha bien, en septiembre del año que viene debería estar defendiendo mi tesis. Por lo que no hay lugar para muchos planes más, tenemos varias ideas, y hablo en plural, porque ya no depende solo de mí, ahora estoy en pareja y ambos decidiremos juntos sobre lo que vendrá.

Fuente: Facultad de Ingeniería

más información: (aquí)
Publicado: 02-02-2015

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