La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en 1987 sentó las bases para reafirmar el acceso a la salud de las mujeres como un derecho. Cada 28 de mayo se celebra el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer. La fecha “tiene el propósito de reafirmar el derecho de las personas a gozar de una salud integral como un derecho humano universal, al que se debe poder acceder sin restricciones ni exclusiones de ningún tipo durante su ciclo vital”, señaló
Luciana Basso, autoridad de aplicación del
Protocolo de Actuación de las Expresiones y Acciones Discriminatorias Basadas en las Violencias Sexistas en el Ámbito Universitario.
Este día de acción global se propuso como recordatorio para abordar las múltiples causas de enfermedad y muerte que afectan a las mujeres y trabajar en favor de su atención, prevención y tratamiento.
Según Basso, es importante que las problemáticas de acceso a la salud de las mujeres estén en la agenda mundial, pero sobre todo, nacional. “Hablamos de una salud integral ligada al concepto de determinantes sociales, es decir, con el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad; de la capacidad de acceder a los recursos materiales, pero también a los simbólicos para vivir una vida digna, con igualdad de oportunidades y sin violencias sexuales, reproductivas o no reproductivas”, agregó.
La salud integral no es un hecho meramente biológico, sino que responde a factores biopsicosociales, es decir a determinantes sociales, posibilidades de acceso a los recursos materiales y simbólicos para vivir una vida digna, con igualdad de oportunidades, exenta de violencias.
“En este contexto, las demandas son hacia los organismos internacionales, hacia las acciones políticas y estatales que puedan dirigirse para el acceso universal a la salud”, remarcó Basso.
También subrayó que las acciones adquieren mayor repercusión e importancia cuando se realizan a nivel global, y que las demandas deben tomar preeminencia y ser atendidas por los estados y el sistema de salud. “Las mujeres nos organizamos para luchar y poder ejercer una salud sexual, reproductiva y no reproductiva de una manera sana, libre de violencias y coerción”.
Estas luchas incluyen el derecho “a conocer y respetar el cuerpo de las mujeres. Poder ejercer una sexualidad sin riesgos, poder relacionarnos con quienes deseamos. Poder buscar y sentir placer sin culpas. Poder decidir no tener sexo. Decidir la cantidad de hijas o hijos queremos tener y cuándo, o decidir no tener. Tenemos derecho a estar informadas sobre los métodos de fecundidad seguros y asequibles, al igual que nuestras parejas. A recibir una salud de calidad durante el embarazo y un parto respetado; y a la protección de las enfermedades de transmisión sexual, entre otras”, sostuvo.
Por último, Basso se refirió a la deuda que el Estado argentino tenía con las mujeres y fue saldada a través del derecho a decidir y acceder a la interrupción voluntaria del embarazo. “En esta fecha es importante señalar que nuestro país dio cumplimiento de la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Esta es una deuda muy larga que el Estado tenía con las mujeres y personas gestantes”.
En este sentido, “cabe mencionar que en el Ministerio de Salud de la Nación, a través de la línea de 0800 222 3444, se puede denunciar que este derecho no se está cumpliendo o que hay dificultad al acceso”, advirtió.
“Desde la Universidad celebramos la posibilidad y el trabajo de compañeras, compañeros y compañeres que sostienen constantemente la plena vigencia de los derechos sexuales y reproductivos en nuestro país; y nos comprometemos a continuar la labor para que estos derechos sean tenidos en cuenta”, finalizó.
