- 19.06.2021

Nuestra bandera a través del tiempo

“La política del siglo XIX fue la encargada de recuperar los símbolos patrios como una forma de impulsar la República a nivel simbólico, social y cultural”, afirma Mario Glück.
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Nuestra bandera a través del tiempo
Foto: freepik
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“En la Argentina, cada 20 de junio se conmemora el Día de la Bandera, es un día feriado. Si uno revisa los diarios de mayor tirada se encuentra con que es, hasta el día de hoy, una noticia importante, con notables connotaciones políticas”. Así lo expresa Mario Glück, docente e investigador de la UNER. “El epicentro de los festejos es un gran monumento de mármol travertino emplazado en la ciudad de Rosario, lugar donde se izó por primera vez dicha Bandera en 1812.  Como lo ha señalado el historiador Eduardo Hourcade, este hecho hizo que la ciudad haya construido gran parte de su identidad como la «Cuna de la Bandera». Las fechas patrias cumplen la función de cohesionar los estados nacionales a partir de establecer una conexión con el pasado. El proceso de creación y de consagración de esas fechas es el resultado de luchas políticas en las que se disputan valores e imaginarios de los distintos sectores de una sociedad”. (párrafos del texto académico perteneciente a Mario Glück “Homenajear un símbolo y crear tradiciones: la invención del Día de la Bandera en Argentina y en México 1934- 1940”. 

 

El símbolo en una línea temporal

 

En diálogo con UNER NOTICIAS y consultado sobre la necesidad de revalorizar los símbolos patrios en nuestro país, el profesor Glück  significó que “cualquier símbolo patrio se presta a su utilización para distintos valores. La bandera puede simbolizar unidad, república, democracia, igualdad y soberanía. Desde una perspectiva opuesta puede significar militarismo, jerarquía y nacionalismo excluyente. Durante el Centenario (1910) el gobierno hizo una política de incentivar el culto patriótico para integrar y homogeneizar a los inmigrantes. En los 30' fue una época de auge de ese nacionalismo estatal, por el temor de los gobiernos conservadores al fantasma del comunismo. El peronismo también hizo uso del ritual patriótico con un sentido de unidad nacional - popular, acompañado de otros dispositivos como el deporte (los campeonatos Evita, por ejemplo). También hubo un incentivo durante la Revolución Libertadora, que inauguró el Monumento a la Bandera y removió todos los símbolos públicos que aludieran al peronismo, rescatando la línea ‘liberal’ de la iconografía patria. Los distintos gobiernos siguientes no hicieron un uso especial de los símbolos patrios hasta que llegamos a la Revolución Argentina que asoció la bandera, el himno, y otros símbolos a nuestro ser supuestamente occidental y cristiano, algo que se llevó hasta el paroxismo durante la dictadura, que asoció la bandera a la consigna ‘somos derechos y humanos’, y a la guerra de Malvinas”. 

A su vez, “en la apertura democrática, muchos sectores juveniles rechazaban las ceremonias patrióticas porque se asociaban a la dictadura reciente, pienso que ahí se ‘perdió’ cierto respeto por los símbolos patrios. Pero creo, además, que lentamente se fue reconstituyendo ese respeto y cariño por nuestra simbología. Uno de los momentos más significativos fue cuando Charly García en 1990 hizo una versión rockera del Himno. Esas reapropiaciones siguieron y así tenemos la Bandera más grande del mundo de Julio Vacaflor, que movilizó en 2001 - 2002 a mucha gente de todo el país, en medio de una de las crisis más importantes que vivió la sociedad. Otro punto de inflexión fueron los festejos del Bicentenario de 2010, con una ceremonia que rompió con los actos tradicionales e incentivó las nuevas apropiaciones, como el coro de las canchas de fútbol cantando el himno y tarareando su melodía”, añade. Finalmente, Mario Glück observa una “apropiación de parte de diversos sectores en la sociedad, a veces en forma no convencional, pero una apropiación al fin más auténtica que el tradicional acto patriótico de antaño”.


Por otra parte, Julio Djenderedjian, doctor en Historia de la UBA e investigador independiente del CONICET, se ocupó de escribir el año pasado (2020) sobre el símbolo de la bandera a lo largo de la historia, en conmemoración por los doscientos años del paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano.

“Los orígenes de ese símbolo que flamea en cada escuela, como una parte fundamental de la identidad nacional, se remontan a su pasado como insignia militar. En los primeros años de revolución, en el campo de batalla los uniformes solo los usaban quienes los podían pagar, por lo que la mayor parte de la tropa vestía de civil. Se hacía necesario, entonces, obtener una insignia distintiva para las tropas en lucha, explica Djenderedjian. El investigador destaca que “en el centro de lo que fue, en esencia, una lucha civil entre los llamados patriotas y realistas, la bandera nació como una forma de superar los localismos e identificarse: cuando se evocaba a la patria en esa época se pensaba en el concepto antiguo, es decir el lugar de nacimiento. La cuestión era superar la dimensión local de las milicias y contar con un único ejército profesional, capaz de actuar en cualquier lugar”.

Y añade: “La historia de lo que sucedió es conocida: tras la abdicación de Fernando VII en 1808, las colonias reclamaron para sí derechos otorgados antaño a la figura del rey hispánico. Se gestaba la independencia. Los cabildos de las diferentes ciudades se consideraron depositarios de la soberanía, por ello desconocieron a las autoridades peninsulares constituyéndose como Las Provincias Unidas del Río de la Plata. Finalmente, el proceso derivaría en la declaración de la independencia y el proyecto de formar una nación. En ese escenario vertiginoso, Manuel Belgrano, economista, abogado, político y militar de la época, ordenó la creación de una bandera que viniera a aportar unidad al ejército patriota y pudiera, en simultáneo, diferenciar a los soldados en el campo de batalla. En 1812 el prócer argentino logró una bandera inspirada en colores que no negaban la obediencia al rey, distinta sin embargo, a los matices rojo y amarillo del ejército realista. Así, tomó juramento a los soldados comprometiéndolos a cumplir con los deberes que imponía la lucha”, relata.

Posteriormente. la política del siglo XIX menciona el doctor Djenderedjian “fue la encargada de recuperar los símbolos patrios como una forma de impulsar la República a nivel simbólico, social y cultural. El himno, la escarapela, la bandera, junto con un panteón de héroes indiscutidos y el papel central de la escuela como vehículo de unidad, comulgaron así para la conformación de la identidad de una nación ya constituida”.

Consultado sobre cuál es su mirada social a través de los tiempos con respecto a los símbolos patrios, el especialista describe a los mismos como “emblemas que nacieron en un momento muy crítico de la historia y se desarrollaron en medio de la guerra. Después de la Revolución de Mayo (1810), siempre se organizaban fiestas populares e importantes. Nuestro país pasó por muchas etapas de vivencias a través de décadas. Por ejemplo, hacia  1880, se retoma la idea de celebrar fiestas patrias, instalándose las actividades en las escuelas sumando a los inmigrantes otorgándoles un sentido de nación y de pertenencia, generando una proyección de sí mismo en nuestro territorio. Pienso que en la actualidad se está viviendo un cierto desgaste o cansancio sobre esa idea de nacionalidad que se practicaba en las escuelas; teniendo en cuenta  que, en los casi los últimos cien años a nuestro país no le fue muy bien. Por otro lado, la sociedad actualmente está pensando en términos globales y antes no era así; ahora la gente viaja, las tecnologías se encuentran al alcance de la mano para acceder a todo el mundo, por ello se va perdiendo el valor de lo nacional más allá de algunas normas y protocolos que están presentes en situaciones especiales. Considero importante volver al valor de los símbolos patrios a través de las costumbres, canciones, recuperar tradiciones; que cada región, lugar, pueda repensarlo y proponerse rescatar culturas con el sentimiento de nación que conlleve cada argentino”, concluye.

 

 

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