En un contexto económico nacional desfavorable, el encarecimiento de los alimentos, el sobrepeso y las enfermedades que acarrea, atraviesan a gran parte de los argentinos.
Sergio Britos es nutricionista y coordinador de la carrera de Nutrición de la Facultad de Bromatología, y además es docente de la asignatura Formulación y Evaluación de Proyectos Nutricionales. A su vez es docente e investigador en la UBA y Director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación, que estudia las políticas alimentarias y la economía de la nutrición.
“Argentina, al igual que otros países de América Latina y del mundo, viene atravesando una situación compleja desde el punto de vista de las problemáticas nutricionales observando cambiar drásticamente su paradigma. Hace 30 años, cuando estaba finalizando mi carrera, el tema que nos preocupaba era la desnutrición, particularmente la infantil. Afortunadamente ese problema ha ido disminuyendo pero paralelamente ha ido creciendo y hoy está consolidada una problemática muy marcada por el sobrepeso, la obesidad y el conjunto de enfermedades crónicas consecuentes como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares”, se lamenta Britos.
Un problema de peso
El 61,6% de los argentinos tiene exceso de peso, en una proporción de 36,2% de personas con sobrepeso y 25,4% con obesidad, según datos de la 4º Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) realizada por la Secretaría de Gobierno de Salud y el INDEC.
Los problemas de salud ligados a una alimentación deficiente son un tema cotidiano en sus clases. “Cuando hablo con mis alumnos les planteo la dimensión de esto: más de 22 millones de personas en Argentina estamos enfermos de la misma enfermedad. Este problema tiene dos factores agravantes, y es que está creciendo más en contextos de pobreza y a edad muy temprana. Hoy en día en cualquier consultorio de pediatría se ven chicos hipercolesterolémicos, hipertensos, con obesidad o diabetes. Decididamente es nuestro principal problema nutricional. Es multifactorial, es muy complejo, pero gran parte de sus factores determinantes se encuentran en una dieta poco saludable”.
Políticas alimentarias básicas
Según la última medición del INDEC, el precio de la Canasta Básica Total aumentó 2,6% en abril al llegar a los $29.493,65, valor equivalente al ingreso que necesitó una pareja con dos hijos para comprar comida, ropa y pagar algunos servicios y no caer por debajo de la línea de pobreza.
“Estamos en un momento muy complejo desde el punto de vista económico y de acceso a una buena alimentación. En Argentina comer saludable es aproximadamente un 80% más caro que el valor de una canasta básica de alimentos. En ese marco, en estas últimas semanas ha tomado notoriedad el resurgimiento de los precios cuidados y de lo que el gobierno llama ‘productos esenciales’, y hallamos aquí una gran contradicción; en un momento en el que nuestro mayor problema es la malnutrición por exceso poner el énfasis en productos nutricionalmente pobres merece una mirada crítica desde el punto de vista de ofrecer mejores intervenciones”, indica el docente.
La encuesta arrojó además que casi el 65% de las personas mantiene una baja actividad física y sólo el 6% de la población consume al menos 5 porciones de frutas y verduras por día tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según Britos el problema tiene solución, pero no es fácil ni rápida: “Hablamos de cambiar el paradigma de cómo se hacen políticas alimentarias. Se necesita por un lado una toma de decisión acerca de cuál es la direccionalidad que la política productiva y alimentaria pretende. Imaginemos que mañana todos los argentinos se despertasen con intenciones de consumir la cantidad de frutas y verduras que es necesario comer… no las encontrarían porque no hay. Todas las políticas deberían orientarse a alinear las estrategias en términos de mejorar la producción, el abastecimiento y los precios de hortalizas, frutas, legumbres y lácteos. Por otro lado hay una cuestión educativa que es importantísima, hay mucho por hacer en educación alimentaria fundamentalmente en dos momentos de la vida: en la primera infancia y en la escuela”.
Mirada al futuro
Después de más de 20 años, en la Carrera de Nutrición de la Facultad de Bromatología se están produciendo cambios en el plan de estudios. “Estamos en un momento clave”, se entusiasma Britos. “Son momentos de repensar los contenidos curriculares que se necesitan para transitar la nutrición de los próximos veinte o treinta años, tratando de darle a los alumnos el mejor conocimiento disponible para que cuando egresen estén en condiciones de integrar equipos con profesionales de otras disciplinas y generar propuestas factibles en función a nuestras características propias de país. Este tema encuentra hoy un público más receptivo que hace diez años atrás. Eso habla de una sociedad que está considerando que esta es una problemática que merece atención”, concluye.