El Centro Interdisciplinario de Estudios de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNER realizó un nuevo informe de coyuntura económica, titulado “La fuga de capitales en Argentina en el lapso 2008-2019: magnitud y significación económica”, escrito por Leandro Rodríguez y Gabriel Weidmann.
En la introducción, los autores plantean que, en términos generales, “la noción de “fuga de capitales”, aunque admite diversas definiciones, evoca la idea de una sustracción improductiva de divisas del circuito económico de un país, que impide destinarlas al crecimientoy la generación de empleo. Cuando un argentino, por caso, compra dólares para atesorar en su caja fuerte y/o para adquirir activos financieros en el exterior, lo que hace es extraer de la actividad económica nacional esas divisas y brindar financiamiento al resto del mundo (recordemos que mantener dólares atesorados es un modo de financiar a los Estados Unidos, mediante la demanda de su dinero).
Por tanto, en esa circunstancia, la Argentina pierde capacidad de pago internacional (dólares), que podrían destinarse a importaciones de insumos y/o bienes de capital. Vale decir, la fuga de capitales expresa, en última instancia, un índice de potencial económico no utilizado, de oportunidades perdidas por la economía vernácula. En Argentina, tal drenaje improductivo de dólares es muy problemática, puesto que el país los necesita imperiosamente. Basta recordar que, tomando los años expansivos del lapso 2004-2018, por cada punto porcentual de crecimiento en su PBI, Argentina requirió aumentar en 2,8 puntos porcentuales sus importaciones (que se pagan en dólares) . Se comprenderá, por tanto, que la fuga de capitales no es un tema menor, y contribuye a explicar el largo estancamiento que vive la Argentina (desde 2012), coronado con dos años consecutivos de recesión (2018/19).
El informe completo
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Imagen agepeba.org