El río es un recurso natural que debe preservarse y utilizarse de forma racional ya que es indispensable para la existencia humana. El agua es de vital importancia para el desarrollo de la vida y de cualquier actividad. Hoy, peligra su existencia.
La bajante histórica del río Paraná afecta a cinco provincias argentinas: Misiones, Corrientes, Chaco, Entre Ríos y Santa Fe. Expertos estiman que los niveles en descenso se mantendrán hasta la última semana de abril, ocasionando perjuicios para los recursos ictícolas, la flora y fauna.
“Nuestro río Paraná recibe fundamentalmente los afluentes de los ríos Paraguay, el Alto Paraná y el Iguazú. La problemática se generó por la falta de precipitaciones. Hace más de 60 días que no llueve. Este fenómeno de sequía se ha dado de manera simultánea en las distintas cuencas altas de Argentina, Paraguay y Brasil y, además, se ha prolongado en el tiempo”, manifiesta
Oscar Duarte, docente e investigador de la F
acultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER.
Al respecto de las causas que provocan esta anomalía, Duarte remarca “la variabilidad climática, cambios en la condición atmosférica en general, períodos de extremas temperaturas. Asistimos a fenómenos cada vez más extremos: bajantes de ríos más pronunciadas o crecidas extraordinarias, y también otros procesos naturales o situaciones atípicas, lo que confirmaría la teoría del cambio climático. Un efecto totalmente negativo para el hábitat humano, animal y vegetal”.Duarte fue jefe del Departamento de Hidrología y Cuencas de la Dirección de Hidráulica de Entre Ríos entre 1995 y 2019. Afirma que hace más de 40 años que no se da esta magnitud de bajantes en los ríos, la última data del año 1971.
“El río Paraná actualmente lleva 8 mil m³/s (metros cúbicos por segundo) cuando lo normal es de 16.500 m³/s. En estos días, está pasando casi la mitad de lo normal del caudal”. La altura actual del Paraná es menor a los 0,61 metros,
“cuando lo normal para esta época del año sería de alrededor de los tres metros”, indica Duarte. En los ríos Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú la situación también es preocupante, y el fenómeno se repite.
Dentro de las consecuencias que produce la bajante del cauce de los ríos, se presentan: escasez y problemáticas respecto de las tomas de agua para su potabilización; dificultad para la navegación, que complica la salida de la producción o la entrada de productos; disminución de los recursos ictícolas, se reduce el espacio de los peces para crecer y desarrollarse. De la misma manera, la fauna y la flora acuática se ven enormemente comprometidas y afectadas. El agua es un recurso necesario y vital.
Cabe mencionar que, a pesar del informe realizado por el Sistema de Información de Alerta Hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), el gobierno de la provincia de Entre Ríos no adhiere a la medida de prohibir la pesca comercial, lo que hace peligrar el recurso ictícola.
“A largo plazo, se puede dar la modificación en la geografía de los ríos. Por un lado, puede haber fijación de las islas o arenales, que dan origen al surgimiento de nuevas, producto de que la vegetación se asienta sobre estas formaciones. Por otro, cuando los ríos crecen, hay cambios en su caudal y modificación de las corrientes. Por lo tanto, se producen alteraciones en los sistemas de navegación o erosiones en la costa, producto de la modificación del curso del agua”, explica el investigador.
Según Duarte, la faltante de agua se debe al fenómeno natural extremo de sequía. Sobre la Cuenca del Plata, se extienden alrededor de 40 represas hidroeléctricas de las que dependen más de 90 millones de personas.
“Durante las crecidas, el gran caudal no se puede regular. Pero en bajante, se retiene más agua. Por ejemplo, Brasil depende mucho de las represas para generar energía y para la producción. Por este motivo, desde la Cancillería Argentina se está dialogando en función de esta problemática”, señala.
En este contexto, la bajante de los ríos preocupa y pone en alerta a todos los sectores de la sociedad.
“Generar y desarrollar una cultura del agua es fundamental, respecto a la contaminación y al control de uso. Vivimos en un lugar privilegiado, desde el punto de vista de los recursos hídricos, pero no lo sabemos valorar. El recurso hídrico de agua dulce es una mina de oro, que escasea en más de 40 países. No hay política de estado que resguarde e imponga acciones de protección que incluya o involucre a la sociedad y a la universidad pública”, advierte Duarte.
Por último, el docente remarca que:
“Dada la importancia que tiene el recurso hídrico para la sociedad y la universidad, sin duda se necesitan hacer mayores esfuerzos para generar líneas de investigación o programas que aborden la problemática del agua en todos sus aspectos”. “El agua tiene una transversalidad importante”, dice el docente y agrega que
“hace pensar en agua y energía, agua y producción, agua y salud, agua y transporte, agua y enfermedades, entre otros”. Si bien observa que algunas Facultades abordan de forma parcial la problemática,
“falta una mirada integral”.
“Cuando ocurren este tipo de eventos extremos, nos damos cuenta que no estamos preparados, ni como sociedad ni como universidad, respecto del conocimiento y de acciones para llevar adelante”, finaliza.
Fotos: El Diario, El Once.