¿Cuáles son los procesos que hacen llegar un producto a nuestras manos? En su visita a la UNER, la experta Lusitania Villablanca se refirió a la importancia de hacernos esta y otras preguntas.
Los cambios económicos, comerciales y geopolíticos en el plano internacional, por un lado, y la Agenda de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, por el otro, representan importantes desafíos para América Latina. La necesidad de mejorar la administración de los recursos naturales y el cuidado del medio ambiente es tema de la Agenda 2030, que promueve una visión de sostenibilidad económica, social y ambiental.
La conferencia “Consumo Consciente: Nuevas formas de consumo alternativo para el Desarrollo Latinoamericano”, que se realizó en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNER, tuvo como principal oradora a Lusitania Villablanca, licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Mayor de Chile y doctora en Derecho por la Université Paris 2 Panthéon-Assas de Francia.“Trabajo desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, vinculando el consumo consciente a las nuevas economías: la economía solidaria y las economías asociativas”, explica la licenciada. La actividad fue organizada por la Cátedra Libre de Economía Social y Solidaria y la Secretaría de Extensión de la Facultad.
Transformar hábitos, asumir un compromiso
La apuesta es para desarrollar alternativas y modelos económicos emergentes, que puedan optimizarse en favor de la sostenibilidad y la inclusión. Ser consumidores responsables implica develar procesos que ocultan tanto los productos como su publicidad. “El primer paso es adquirir conciencia, eso significa mirar aquello con lo que nos estamos vinculando. Por lo tanto, la pregunta para hacerse es ¿de dónde viene el producto que estoy consumiendo y en qué condiciones se está produciendo?”, apunta Villablanca.
La problemática del consumo consciente y responsable merece un enfoque y análisis global. En este contexto, la especialista busca generar una propuesta centrada en la generación de alternativas comerciales que breguen por el cuidado del medio ambiente, el respeto de los Derechos Humanos y la retribución justa.
Según la experta, desde la perspectiva de una economía social y solidaria la asociación comercial favorece el desarrollo de pequeños productores y emprendedores, con ideas que garantizan mejores condiciones comerciales. Sin embargo, este consumo responsable y consciente requiere de una valoración sobre el impacto ambiental de los productos que se compran; de los procesos de producción; del transporte; del consumo propiamente dicho y de los residuos que generamos. Esto se puede lograr con una comunidad informada, consciente de las implicancias negativas de las prácticas actuales y modos de las sociedades de consumo.
En este sentido, la educación y la Universidad tienen un rol crucial, explica Villablanca: “La UNER está haciendo una labor muy importante relacionada con los emprendedores. Mi aporte en Argentina es instar a que las universidades incorporen la mirada del consumidor; es decir, informar y explicar al emprendedor qué sucede con el consumo, por qué son importantes los aspectos medioambientales. No sólo porque corresponde éticamente, sino para saber que hay consumidores dispuestos, que respetan estas consideraciones. En esto hay que poner el énfasis, además de formar a los estudiantes como consumidores”.
La revolución en manos de los consumidores
Por último, Villablanca afirma que la conducta de los consumidores responsables puede influir y modificar el comportamiento de las empresas y el mercado. Lo ejemplifica con una experiencia personal.
La decisión es nuestra: ser y formar ciudadanos consumidores comprometidos con la realidad y el contexto ambiental, informados y responsables acerca de los modelos de producción que atentan contra los derechos humanos y de los seres vivos en general; o ser meros espectadores de una realidad que se lleva por delante el hogar que habitamos, en aras de la máxima ganancia.