En el marco del Día Internacional de la Mujer, el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos realizará el 12 de marzo una conferencia titulada “Los claroscuros de la sociedad y la violencia contra las mujeres” a cargo de
María Luisa Femenías*, investigadora y docente de la Universidad Nacional de la Plata, especialista en la temática. UNER NOTICIAS entrevistó a Femenías quien reflexionó sobre la problemática en nuestro país y Latinoamérica.
-Los debates actuales se intensifican especialmente sobre la identidad como derecho en la mujer…En este momento hay un fuerte impulso de derechos que están vinculados a la identidad, que puede ser identidad étnica, sexual y, en algunos casos, identidad joven, como marcando una franja etárea buscando insertarse en todos esos movimientos. En Latinoamérica el mapa no es homogéneo, es muy complejo, porque nuestras formaciones culturales son disímiles, la cantidad de población, el acceso al trabajo, a la salud, es muy diferente según los distintos países y creo que todavía hay deudas pendientes muy fuertes de lo que podía ser el modelo ilustrado tradicional de acceso a igualdad de derechos, no tanto desde el punto de vista formal- legal sino desde el punto de vista material. Lo que rescato como interesante son los grupos identitarios que surgen de los movimientos multiculturales. Me parece que son movimientos muy fuertes en este momento en Latinoamérica, que hay que mirar con detenimiento dado que pueden llegar a surgir cosas muy interesantes. Los movimientos de mujeres y la cantidad de líderes o lideresas que se están generando espontáneamente, también es oportuno revisar.
-El tratamiento sobre los derechos de la mujer se intensificó en los últimos años desde el ámbito universitario… Desde hace veinte años, o más, estamos instalando este tipo de temas y de problemáticas, lo que implica que ya hay una trayectoria. La diferencia se ve. Hace veinte años no eran temas que trataba Conicet, no eran temas que se abordaban en las universidades y en la actualidad sí son temas que se presentan, se plantean y se discuten. Se está visibilizando la necesidad de tener en cuenta esta mirada porque ofrece un panorama totalmente diferente, incluso para la resolución de conflictos o para el abordaje de situaciones violentas. En este momento hay una revaloración del tema que está permeando y está creciendo.
-¿La mujer logró visibilizarse mucho más desde su inserción laboral?El hecho de que las mujeres hayamos salido a trabajar a la esfera pública también genera una diferencia en cómo se entiende al trabajo, porque ya no es solamente el trabajo del espacio público; es éste y el trabajo del espacio privado, entendido como no remunerado. Entonces hay toda una definición de qué se entiende como ámbito laboral que incide obviamente en la conceptualización de la familia e incide en la imagen y la presencia de las mujeres en el espacio público. Tener igualdad de derechos, patria potestad compartida, tener capacidad de decisión compartida sobre los propios hijos, pone a la mujer en un lugar mejor que el que tenía hace cuarenta años; todo ello genera una visibilización de los lugares en los individuos que es totalmente diferente. Creo que trata de romper situaciones de familias estructuralmente jerárquicas o rígidamente jerárquicas.
-Con respecto a la violencia de género, ¿cómo observa el trabajo de la justicia?Hubo un avance en estos tiempos no obstante falta un largo camino por recorrer lo cual implica además, cambiar miradas y pensamientos conservadores. La violencia contra las mujeres no es una violencia entre iguales. Históricamente siguen siendo vistas como inferiores y avanzando sobre derechos naturales de otros que son los varones. Esta sensación de que se avanza sobre los derechos naturales de los varones genera resistencia, directa o indirectamente y en los menos conscientes de los derechos y de cómo auto limitar sus propios privilegios, genera situaciones más devastadoras, en lo social y en lo colectivo y en lo individual. Los varones, que lo único que tienen es su reconocimiento de que son varones y no han logrado otros reconocimientos a otros niveles, son mucho más propensos a actuar violentamente. Cuando alguno de estos aspectos primarios de su personalidad se ve tocado, reacciona inmediatamente en defensa de ese tipo de eje sobre el cual construyó toda su personalidad y su vida.
-La violencia física se presenta como un verdadero flagelo en la sociedad…La violencia contra las mujeres se presenta como una pandemia mundial al compás de la globalización. Al menos una de cada tres mujeres ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales indeseadas o sometida a algún otro tipo de abuso en su vida. Cada año, millones de mujeres sufren violaciones a manos de sus parejas, de familiares directos, amigos, desconocidos, empleadores, compañeros de trabajo, soldados o miembros de algún otro grupo armado. El 70% de las mujeres asesinadas muere a manos de su compañero sentimental y cuando de guerras se trata, según el Secretariado General de las Naciones Unidas, las mujeres y los niños representan casi el 80 por ciento de las bajas. Por ello, es absolutamente preocupante el constante y sostenido aumento actual de la violencia física cruenta contra las mujeres y niñas. Es decir, dejemos de lado la violencia simbólica, laboral y psicológica para centrarnos en la violencia cruenta, cuya expresión extrema es la violación de los cuerpos de las mujeres, su mutilación y asesinato.
Nota: Según la socióloga española Raquel Osborne, solo recientemente se ha comenzado a desentrañar el problema de la violencia de género y a disponer de un corpus significativo de datos y bases estadísticas y teóricas para una reflexión crítica que permita elaborar unos marcos comprensivos y explicativos del problema. Precisamente, uno de los grandes logros del feminismo contemporáneo es que cambió nuestra comprensión de la sexualidad, de las relaciones entre mujeres y varones, vinculando la violencia sexual contra las mujeres como un mecanismo que pretende mantenerlas en la subordinación en la que históricamente han estado. El desvelamiento de los factores de poder intervinientes, la creación de recursos, el esclarecimiento que han alcanzado las mismas mujeres sobre sus derechos a pesar de los modos sutiles en que muchas veces aún quedan entrampadas, es mérito del trabajo sostenido de muchas militantes y teóricas de distintas áreas y competencias disciplinares, en diversos países. Todas, por cierto, con la voluntad de individualizar y precisar las múltiples variables que intervienen en los diversos procesos de violencia contra las mujeres, a fin de encontrar los modos de comprenderla, desmontarla, y remediarla.
-¿El aumento de femicidios tiene, como una de sus causas, el consumo de drogas?La agresión contra las mujeres no es obra ni de varones enfermos ni con trastornos de personalidad, ni de individuos que desatan sus odios bajo los efectos del alcohol u otras sustancias tóxicas. Se trata de personas consideradas normales, que deciden recurrir a la agresión para conseguir el objetivo que desean alcanzar; controlar y someter a una mujer en particular y, a través de ella, a todas las mujeres en general como modo de ejercicio de poder.
Cuadro de situación: Ante la desarticulación de la esfera del trabajo, lo que se ha puesto severamente en crisis es la figura modélica del siglo XIX del “varón proveedor”. No se trata tanto de que las mujeres hayamos accedido al campo laboral-profesional y a la esfera pública, cuanto que el trabajo tradicional se ha precarizado para adquirir un perfil próximo al de las variables del trabajo doméstico. La globalización ha prácticamente licuado las coberturas legales, los retiros de la tercera edad, los beneficios en salud, etc. En mayor o en menor medida, la nueva situación afecta a todos e incide fuertemente en la autoestima de los varones, cuya identidad se ha centrado desde el siglo XIX en su valor como trabajador y proveedor omnipotente. La globalización promueve modos de exclusión; más aún de desconfirmación identitaria y los sujetos varones son extremadamente vulnerables a ambos. Este acelerado cambio social constituye, especialmente para los varones, una amenaza a su integridad y un eje inconsciente de preocupación, que se expresa de diversos modos como insultos y violencia explícita.
-Aún se padece el sistema patriarcal en la sociedad actual…Dominio, soberanía, control y colonización operan como el universo de significación de la violencia masculina y alimentan su virilidad; es decir, su autoestima. Esta situación parece abrir entonces una suerte de herida narcisista en el patriarcado que, desde las décadas finales del siglo XX, descarga contra las mujeres un ritual de sacrificio, violento y macabro, a manera de reconvención disciplinaria del objeto de deseo. De manera que interpreto esta nueva violencia contra las mujeres, tanto simbólica cuanto cruenta, como una estrategia de reafirmación de la propia identidad patriarcal. Así, la violencia cruenta −y su expresión extrema de violación, mutilación y asesinato de mujeres− funciona como un modo de castigo de la autoestima del varón, quien en el mismo acto de agredir fagocita las facultades deseadas y, a la vez, disciplina, castiga o reconviene al inferior, en un intento por restaurar un orden jerárquico natural, en disolución, de su mundo.
¿Para finalizar, al menos por ahora, qué postura tiene en relación al aborto?Yo defiendo el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos. Creo que una mujer que ha tenido educación sexual y puede prever un embarazo no deseado, salvo casos extremos, no aborta ni quiere abortar. El aborto es una situación traumática, dolorosa, que deja huellas, no solamente físicas, si lo tiene que hacer de manera clandestina donde arriesga la vida en la mayor parte de las veces y, también, la posibilidad de no poder embarazarse más. El aborto deja además huellas psicológicas que, aunque todo le fuera maravillosamente porque es de clase media o alta y pueda pagar a alguien que le haga el mejor aborto del mundo, la huella psicológica no se borra. El aborto es un caso absolutamente extremo y me parece que hay una especie de sobreactuación el suponer que legalizar esta práctica llevaría a las mujeres masivamente a abortar. Creo que se magnifica este temor al aborto masivo, lo cual es absolutamente falso, pero que tiene que ver con el derecho de las mujeres a tener o no tener hijos, a planificar sus propias familias y a ser responsables de sus propios cuerpos. Hay un miedo social general a la autonomía plena de la mujer.
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Dra. María Luisa Femenías: una de las pensadoras más relevantes de los Estudios de Género en América Latina. Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, es profesora en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), donde también dirige el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG-IdIHCS).
Contacto: Doctora María Luisa Femenias
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