“Resulta indispensable reflexionar acerca de cómo planificar a futuro la actividad agropecuaria, en la medida que compromete seriamente la estructura y funcionalidad de ecosistemas frágiles y también la posibilidad de afectación de servicios ecológicos, cada vez más valorados por las sociedades del mundo”.
En la Facultad Ciencias Agropecuarias de la UNER, se desarrollará el 2 de agosto una jornada sobre “Dónde estamos y hacia dónde vamos en Conservación de suelos en Entre Ríos”. Esuna actividad organizada en el marco del Día Nacional de la Conservación de Suelo, con el objetivo de conmemorar los 30 años de la aprobación de la Ley Provincial de Suelos - ley 8.318/89 - y los 50 años en que FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) y el INTA comenzaron a estudiar los procesos erosivos en Entre Ríos. En el mencionado encuentro se entregará el título de Doctor Honoris Causa a Roberto Casas* y también a José Luis Panigatti, este último a través de sus familiares. Dialogamos con Roberto Casas Director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua -FECIC-, quien reflexionó sobre esta importante problemática de orden nacional e internacional.
Una de sus últimas publicaciones “El deterioro del suelo y del ambiente en la Argentina”, ¿establece un alerta sobre la situación?
Ciertamente, es una obra que enuncia una advertencia sobre la intensificación y expansión de la agricultura, y que compromete seriamente la estructura y funcionalidad de ecosistemas frágiles; la expansión de la frontera agropecuaria; el desmonte de grandes superficies y la utilización inadecuada de la tierra; el sobrepastoreo extensivo y el uso del fuego sobre las formaciones del monte y el espinal; la disminución de la fertilidad de los suelos; la desertificación como principal problema ambiental en regiones áridas y semiáridas, la expansión del cultivo de soja que impacta sobre los suelos y que además proporciona un diagnóstico actualizado de su estado como los recursos naturales de la Nación.
¿Cual es el cuadro de situación en nuestro territorio?
Hasta ahora el crecimiento de la producción nacional se logró a base de las nuevas tecnologías, a un creciente nivel de manejo de conocimientos e información por parte de productores y técnicos, y a la capacidad productiva de las tierras. Sin embargo la calidad natural de nuestros suelos tiene límites sobrepasados los cuales, la vulnerabilidad de los mismos se vuelve crítica. Los sistemas productivos de la República Argentina en los últimos años han registrado un cambio hacia una agricultura más intensiva, con mayores rendimientos por unidad de superficie. En forma simultánea la frontera agrícola se ha desplazado hacia zonas más frágiles, tradicionalmente mixtas o ganaderas, en muchos casos ocupadas por montes nativos.
Datos: se estima que un 36% del territorio de la Argentina está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica, lo cual equivale a una superficie de unas 105 millones de hectáreas. Anualmente sólo se repone por fertilización alrededor de un 35% del total de nutrientes extraídos por los cultivos, generándose un balance negativo que seguramente condicionará las metas productivas a nivel nacional.
¿De qué forma se degradan los suelos?
Los principales procesos de degradación del suelo para las distintas regiones del país son la erosión hídrica y eólica, compactación superficial y subsuperficial, disminución del carbono orgánico, disminución del contenido de nutrientes, salinización, alcalinización y desertificación.
¿Que causales intervienen en estos procesos?
Un análisis de los factores causales de los procesos degradatorios de origen antrópico, permite comprobar que los más importantes a nivel nacional son los de simplificación en la rotación de cultivos y monocultivo (65%); desmonte y expansión de la frontera agrícola (61%); sobrepastoreo (57%); y cambio de uso del suelo (52%). En un segundo grupo, pero también de importancia para varias regiones, se mencionan a los incendios de bosques y pastizales, las labranzas inadecuadas, la escasa adopción de tecnología conservacionista, y la actividad petrolera, esta última debida principalmente al efecto negativo sobre la cobertura del suelo de caminos y picadas, locaciones petroleras, ductos y residuos contaminantes propios de la actividad. Los incendios han cobrado una gran significancia en los últimos años como factor de reducción de la cobertura del suelo y activador de los procesos erosivos.
El sobrepastoreo y quema del pastizal natural deja expuesto el suelo a los procesos erosivos
El cambio de uso del suelo, hacia formas más intensivas en áreas de elevada fragilidad ambiental, incrementa la erosión hídrica y eólica
El proceso de desertificación en regiones secas se acelera con el sobrepastoreo
La simplificación extrema de los sistemas de cultivo del suelo, produce la disminución del contenido de materia orgánica y degradación de las propiedades físicas
¿El monocultivo constituye un factor destacable en la temática?
Ciertamente, y producto de la falta de rotaciones en suelos con elevados contenidos de limo, se ha producido en muchas regiones un proceso de compactación y aparición de malezas resistentes a herbicidas. La paradoja es que para combatirlas se deben efectuar labranzas, lo cual constituye un retroceso en cuanto a los beneficios alcanzados por el sistema de siembra directa. Por otra parte, el monocultivo ha conducido a una disminución muy importante del consumo del agua pluvial por los cultivos al disminuir el tiempo de utilización del suelo con sistemas menos intensivos. La situación consignada ha contribuido al ascenso regional de la capa freática y por lo tanto a la disminución de la capacidad de almacenaje de agua de lluvia por parte de los suelos, con fuerte impacto sobre las inundaciones, que se incrementan año tras año.
¿Se debería volver a la siembra directa?
Sí, resulta imprescindible retomar la siembra directa como sistema virtuoso que basa sus principales beneficios en la rotación de cultivos con inclusión de gramíneas, lo cual permite generar en algunos años un balance positivo del carbono del suelo que se traduce en un incremento de la materia orgánica y mejora de la condición estructural del suelo.
Y en este análisis, ¿la variabilidad climática no puede quedar fuera?
La variabilidad climática que se viene registrando, con incremento tanto de períodos de sequías extendidas, como de lluvias de mayor intensidad, potencia la acción erosiva del viento y la lluvia. Las pérdidas por procesos de erosión son irreversibles, pero pueden anticiparse, disminuirse y mantener ciertos niveles económicos de producción con los conocimientos y la tecnología disponible. La situación que estamos describiendo, constituye un verdadero desafío para los gobiernos y la sociedad de nuestro país, ya que no es posible continuar aumentando la producción a expensas del deterioro y en algunos casos la destrucción lisa y llana de los recursos naturales.
Desde su mirada, ¿qué consejos establecería como primeras acciones sobre la problemática?
Lo aconsejable será siempre lograr aumentos de productividad en los mejores suelos, aprovechando las brechas productivas existentes y las tecnologías disponibles para estos ambientes. La conservación de nuestros suelos constituye un deber inexcusable, ya que se trata de un recurso natural estratégico para la nación que cumple una función de alcance social y que trasciende las generaciones. Será necesario establecer políticas públicas consistentes, tendientes a preservar su integridad y sus funciones, mediante la implementación de un Programa de Conservación de Suelos con fuertes componentes de promoción, capacitación, educación y difusión. También se necesita una Ley Nacional que promueva mediante incentivos, la utilización de las buenas prácticas agropecuarias y proteja a los suelos de la erosión y otros procesos degradatorios, especialmente en las áreas críticas.
Una ley pionera en Entre Ríos: La Ley 8.318/89 es considerada única a nivel país y un importante antecedente a nivel mundial. Fue sancionada en Paraná el 5 de julio de 1990, y establece el “interés público por el manejo conservacionista de los suelos de la provincia que, por sus condiciones naturales y por acción antrópica, manifiesten síntomas o susceptibilidad de degradación”.
Reflexiones finales
El cuidado de los suelos y la gestión del ambiente serán estratégicos para la Argentina de los próximos años. Se impone incorporar la conservación del suelo, como tema de agenda nacional incluyendo a la Argentina en el concierto de las naciones que abordan esta problemática con inteligencia y responsabilidad. Es indispensable que la sociedad en su conjunto valorice al recurso natural suelo, se interese por la preservación de su salud y a partir de ello se comprometa en su defensa y conservación.
*Ingeniero Agrónomo Roberto Raúl Casas, Especialista en Manejo y Conservación de Suelos, en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y de Magister Scientiae, en la Escuela para Graduados en Ciencias Agropecuarias de la República Argentina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Autor de más de cien artículos de investigación y diez capítulos de libros relacionados con la temática de la Ciencia del Suelo, destacándose su reciente publicación sobre “El deterioro del suelo y del ambiente en la Argentina" (2015), obra que ha sido premiada en ámbitos científicos nacionales e internacionales.