El escenario que transitamos enfrenta a las organizaciones el desafío de repensarse a la par de la contingencia. Quienes las integran no son ajenas a estas transformaciones, se van aggiornando a los nuevos funcionamientos y modalidades. En este sentido, la capacitación para adaptarse a los procesos y el rol de quienes lideran la Universidad son fundamentales para convivir en la institución, bajo la nueva coyuntura. En diálogo con UNER Noticias, Alina Francisconi se refirió a las acciones que se están llevando adelante desde la Secretaría General a su cargo.
¿Cuáles son los impactos de la pandemia por Covid-19 en las rutinas universitarias?
La pandemia fue algo inesperado y todavía no tomamos conciencia de cuáles son los impactos. Estamos percibiendo algunos y seguramente no estamos advirtiendo la profundidad y el tiempo que va a llevar reordenar y normalizar -si es que a esa palabra la podemos seguir usando- los procedimientos y los procesos. Esto tiene que ver con que quienes llevamos adelante las organizaciones somos las personas. En ese sentido, la gestión de personas y su concientización en el uso de los protocolos en este nuevo modo de vivir, para cuidar y cuidarnos, tiene como líneas rectoras la salud integral de todo el personal de la universidad, la educación en la conciencia colectiva para salir de las miradas individuales y egoístas y, por otro lado, siempre tener en cuenta la protección de los deberes y derechos, tanto de las trabajadoras y trabajadores de la Universidad como de todo el estudiantado que confían en nuestras propuestas educativas y que, en definitiva, son nuestra razón de ser como institución.
¿Qué acciones se realizaron desde la Secretaría General frente a ese escenario?
Como primeras acciones, la Secretaría llevó adelante tutoriales y diseñó capacitaciones para el uso de herramientas de TICs, se crearon en su momento espacios de gestión privada (VPN) y se elaboraron protocolos de emergencia para el momento de ASPO. Las tareas impostergables e imprescindibles de la Universidad se sostuvieron a principio del año pasado, cuando comenzó el aislamiento. Una vez que se fue flexibilizando la situación de pandemia, se empezó a trabajar en el protocolo de la UNER con ciertas restricciones y se conformó un Comité para Covid-19 junto a todas las personas que forman parte del Comité de Seguridad de la Universidad, más un representante de AGDU y de APUNER. Ese comité trabajó en conjunto con el Departamento de Seguridad de la UNER: se dictaron capacitaciones y se pensó en el retorno seguro y responsable. También se llevó adelante en octubre un relevamiento y en 2021 se trabajó a partir de los resultados arrojados. Los datos fueron presentados a la comunidad en noviembre.
¿Qué pudieron visualizar en ese relevamiento?
Es muy importante mencionar que, atendiendo a que era voluntario, participó el 70% del personal no docente. También, que el 50% dio su nombre, lo que era optativo. Esto referencia la intención de comunicarse. Fueron cuatro grandes apartados y creo que ahí se visualizan los principales desafíos que tenemos como Universidad. Una de las cosas que me resulta interesante destacar es que en este contexto de pandemia las personas se ligan de manera muy fuerte a sus equipos de trabajo. El desempeño individual y el grupal tienen un correlato muy interesante. Esto tiene una explicación: la persona se desempeña y percibe su desempeño en función de cómo los hace el grupo. Es decir, que no podemos trabajar aislados, acá la cuestión de liderazgo y de gestión de personas se ponen de relieve. Además queda en evidencia -me permito decir- que al contestar sobre el clima laboral se ve un impacto muy importante de la relación con las autoridades y los superiores, lo que refuerza la necesidad de consolidar, mejorar y proyectar espacios de trabajo. En este tiempo los desafíos y las capacidades que se nos han requerido a las personas tienen que ver con organización de tiempos, necesidad de comunicación, motivación, resiliencia. Las personas reflejan que necesitan competencias relacionadas con la empatía y la resolución de conflictos, más allá de las cuestiones técnicas cotidianas que precisamos al momento de reconvertir las tareas, como fue usar los conocimientos de TICs e instalar apps en nuestras computadoras y celulares.
¿Cómo se proyecta el retorno hacia el segundo semestre de 2021?
Contando con un porcentaje importante de la Universidad que ya recibió una dosis de la vacuna -o las dos en menor medida-, los principales desafíos tienen que ver con observar los protocolos sanitarios, considerar cambios de horario de trabajo y retornar a las actividades presenciales con formatos diferentes a los que conocíamos, porque vamos a tener que seguir cuidándonos. El trabajo en la UNER fue variando de modo remoto y presencial. Es importante resaltar que, según el relevamiento realizado, en líneas generales se evalúa en un 50% como muy buena la capacidad de respuesta, tanto propia como del grupo y del superior. Hay nuevas rutinas en esto de la bimodalidad, del armado de burbujas y de la redefinición de oficinas en los espacios de trabajo. La Secretaría General tiene dos grandes direcciones: una es la Dirección General de Gestión Administrativa y la otra es la Dirección General de TICs. Desde mi opinión como secretaria, siempre pienso que la primera se encarga de la gestión de las personas, de estar cerca de ellas desde diversas aristas, mientras que la segunda se encarga de cuidar y sostener el acceso a la información. Es decir, personas e información, dos grandes intangibles de las organizaciones que se han puesto en valor y han tomado una dimensión diferente en estos nuevos contextos de trabajo.
¿Qué capacitaciones se desarrollan desde la Secretaría?
Para sostener, acompañar y consolidar los procesos de nuevos aprendizajes en el personal administrativo y de servicios de la UNER, se llevaron adelante capacitaciones que se hacen extensivas también al personal docente. Se trabajaron concursos de protocolo de Covid-19, hay un protocolo obligatorio disponible en el campus y hay personas que también fueron a webinarios adicionales. El 95% de la Universidad manifiesta conocer que hay un Comité de Higiene y Seguridad y han calificado, en un porcentaje similar, como excelente, buena y muy buena la capacitación que se brindó respecto a las nuevas medidas en el retorno a la presencialidad. También se llevaron adelante cursos, algunos de tipo autogestionado como el de Alimentación Saludable que está habilitado para que la gente lo haga y obtenga certificación. Es importante resaltar que todo este material está disponible en el aula Capacitación y Desarrollo del campus virtual de la UNER, en el apartado de Rectorado.
¿Qué demandas aparecieron en este contexto?
Las personas tenemos tres grandes competencias para desarrollar en nuestros espacios laborales: las técnicas, las gerenciales y las actitudinales. Respecto de las primeras, tenemos por delante firma digital, expediente electrónico, manejo de herramientas de Google Suite. Sobre herramientas gerenciales tenemos que considerar las demandas en cuanto a organización de tiempos, necesidades de comunicación, motivación, resiliencia y resolución de conflictos. Por último, las competencias actitudinales que refieren a cómo se retorna a algunas rutinas, volvemos a las actividades presenciales y seguimos respetando los protocolos para cuidarnos. Entre otros cursos, en el segundo cuatrimestre se va a repetir el taller Herramientas de Gestión Personal y los encuentros reflexivos de Salud Mental y Cuidados en el Retorno al Trabajo Presencial con el equipo de la Maestría en Salud Mental de Trabajo Social - UNER.
¿Cuál es el gran desafío en la actualidad?
Repensar las capacidades técnicas, gerenciales y actitudinales, desde una gestión de Universidad sin distancias, usando las herramientas de TICs, cumpliendo con la ordenanza de actuaciones digitales y generando conciencia sobre la importancia de trabajar a futuro con firma y expediente digital. Esto tiene que ver con un proceso de despapelización de la UNER. Respecto de las capacidades gerenciales es necesario hacer gestión de tareas, de personal, trabajar los cuidados en el momento del retorno presencial, pero sobre todo reasignar, redefinir y repensar las labores que estamos ejecutando. En el contexto de pandemia, algunas personas se vieron sobrecargadas y otras dejaron de hacer sus actividades porque no tenían cómo desarrollarlas por fuera de la presencialidad. Un gran desafío de los líderes va a ser reasignar funciones, pensar cuáles ya no son necesarias y cuáles son nuevas. También definir quién las hace, cómo las hace, en qué tiempos; coordinar los equipos de trabajo y reposicionar la figura de los jefes como personas que tienen que conducirlos.
¿Qué papel juegan las emociones en todo esto?
Otro aspecto fundamental es que las personas no dejamos las emociones puertas afuera de la organización. Entramos con nuestras problemáticas y toda nuestra emocionalidad. Mientras estamos vivos, estamos llenos de emociones que sin duda impactan en nuestra labor cotidiana. La idea es tener la autorregulación y la plena consciencia de esas emociones para que no dificulten o entorpezcan nuestras tareas y la relación con nuestros compañeros. Pero sí tenemos que formarnos en competitividad emocional, en sensibilizar a la comunidad universitaria, siendo conscientes de que estos procesos no solamente tuvieron un impacto económico y social, sino también familiar, sanitario y afectivo para cada uno de los que formamos parte de la Universidad. El Programa UNER Saludable apunta a que la gestión de nuestras capacidades, a la luz de una salud integral, continúen siendo nuestro motor. Como siempre digo, seguimos trabajando en esta particular situación de pandemia, realizando acciones que puedan ser presentadas oportunamente ante las autoridades para poder certificar como una institución saludable.