Martín Carlomagno
Introducción a la memoria
A la memoria de Pipo, mi abuelo
De carga en carga va.
Lustrando atardeceres pierde el día.
Nadie ha visto su boina
torcida por un rayo, dando lo que no tuvo.
Su corazón es un galpón
donde la siesta pasa y pasan carros
y el trigo se descuelga de su espalda
y nadie quiere verlo.
Es demasiado abrirse al horizonte,
dejar la mano en el temblor y cerrar los pulmones.
Romper con la costumbre
de estar siempre esperando.
Él lo sabía, por eso es que lo nombro.
Ahora: los álamos vuelven sobre sus ojos
y sé que está más lejos. Allá en el campo.