Inés Garland
Una reina perfecta
Sentirás una ausencia, pronto
Que crece a tu lado como un árbol
Sylvia Plath
Busco a mamá aunque sé que nunca está cuando llego del colegio. Hay flores en la mesa de la entrada; en el baño de visitas veo la toalla de hilo recién planchada con un montón de tablas, como mi uniforme del colegio, y jabones nuevos, violetas, con perfume a violetas. Esta noche vienen invitados. Voy a la cocina y abro la heladera. En el estante del medio hay una mousse de chocolate, espumosa y perfecta. Me imagino que me siento en la alfombra del cuarto azul y me la como toda. Despacio. Con el dedo. Pero sé que la mousse no es para mí. Cuando escriba este recuerdo, querré saber por qué someto mi deseo, por qué ni siquiera la pruebo y me preparo una roseta con manteca para comer sentada en el piso del cuarto azul.
Al cuarto azul todos le dicen el escritorio menos yo. No es un escritorio, es un cuarto azul. Hay fotos en blanco y negro por todos lados. También hay un bar, dos puertas que se abren a una caja de espejos llena de botellas de líquidos dorados y transparentes y copas muy finas que mi hermana más chica se dedica a morder de vez en cuando, cuando nadie la está mirando.
(continúa dentro)