Scherzo
No, ya casi no paso o miro ese ir y venir; cada tanto corroboro
el azul, pero lo que llamé inmensidad, amplitud,
un buen día volteó mi cuerpo hasta quedar
de rodillas.
Dolía y la corriente obligaba
no a rezar sino a hincarme
frente a ese ir y venir. Queridos míos,
no es bueno inclinarse ante el mar;
¿mi voluntad eligió vivir? Alcé como pude
el esqueleto y avancé hacia la arena ardiente.
El mar es sal.
*
El texto en cursiva pertenece a Jane Campion. El 25 de diciembre se cumplirá un año de su partida, y leyéndola la recordamos. Irene Gruss nació en 1950. Entre sus libros se cuentan La luz en la ventana, El mundo incompleto, La calma, Solo de contralto, En el brillo de uno en el vidrio de uno. Editorial Bajo la luna reunió buena parte de sus poemas en el tomo La mitad de la verdad.
"El problema que Irene Gruss resolvió en términos excelentes no fue cómo hacer importante lo trivial, sino cómo deshacerse de peso de lo importante sin que llegue a parecer trivial. El trabajo no fue de despersonalización sino de transpersonalización. Y por eso importa", escribe Jorge Aulicino en el prólogo a De piedad vine a sentir, el libro que Irene dejó listo antes de partir, tempranamente, a sus 68 años. De allí es el poema aquí publicado.
Fuente: EternaCadencia.com.ar