Institucional - 04.09.2020

Redes sociales, ciudadanía y justicia

La revictimización en la difusión de casos de violencia y abuso hace necesaria una reflexión sobre el uso de las redes sociales. Luciana Basso ayuda a problematizar este tema.
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Redes sociales, ciudadanía y justicia
Fuente de la imagen TheGuardian.com
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Por su masividad, en los últimos años las redes sociales se han constituido como un medio privilegiado para visibilizar y denunciar hechos aberrantes. Los pedidos de justicia pueden potenciarse e incluso movilizar los procesos formales. En ese contexto, también se hace necesario problematizar nuestro lugar como ciudadanos y usuarios de estas plataformas: ¿qué responsabilidad tenemos en la protección de las personas cuyos derechos han sido vulnerados? ¿Cuáles son los límites que debemos respetar al difundir este tipo de hechos? Luciana Basso, licenciada en Comunicación Social y autoridad de aplicación del Protocolo contra las Violencias Sexistas de la UNER, reflexiona al respecto.

“Las personas que atraviesan situaciones de violencia basadas en el género tienden a culparse, a sentirse responsables, y es muy difícil que sin una apoyatura lleguen a una denuncia de carácter formal si no hay redes de sostén. Entonces, generalmente las redes sociales o los espacios más mediáticos terminan siendo espacios de visibilización”, indica Basso y pone énfasis en que, como toda cuestión subjetiva, estas acciones no pueden calificarse como buenas o malas. “Sí es cierto que una denuncia, escrache o visibilización de estas problemáticas que no están hechas desde la formalidad, muchas veces no llegan a poder tener algún tipo de resolución. En algunas circunstancias, las personas solamente quieren eso, pero otras veces no”, añade.

Asimismo, también puntualiza en que este tipo de manifestaciones han alentado a que otras personas “se animen a decir ‘a mi también me pasó’’. Hace pocos meses, en Paraná circuló un relato por redes sociales acerca de un profesional; una de sus pacientes contaba una situación de acoso sexual que había vivido en el consultorio. A partir de eso, muchas personas contaron situaciones similares y pudo armarse una causa judicial. Cuando las redes y los medios suman para este tipo de cuestiones, creo que es una cosa muy beneficiosa, en relación a lo que se persigue como una interdicción de la situación”.



Sin embargo es necesaria la reflexión sobre la manera en que hacemos uso de las redes sociales. El sensacionalismo y el morbo, muchas veces alimentados por los medios de comunicación, terminan sobre exponiendo y vulnerando aún más a las víctimas, lejos de acompañarlas en la búsqueda de justicia. “Hablamos de revictimización cuando difundimos detalles de los casos, imágenes, cuando se replican situaciones que tienen que ver con este tipo de hechos, porque atañen a la dignidad de las personas. Cada vez que nos llegue algo que tenga que ver con una situación así, es necesario que podamos pensar que siempre el piso y el techo de las intervenciones tiene que ser el respeto por los derechos humanos”, sostiene.

“Cuando se difunden ese tipo de detalles, la dignidad de las personas queda gravemente dañada. No solamente los derechos de quien ha sido víctima de esa situación puntual, sino también de sus familiares, amigas y amigos, sus seres queridos. Entonces es mucho mayor el daño que estamos haciendo al repartir ese tipo de imágenes, que cuando no lo hacemos. Allí hay una responsabilidad grande que tiene que ver con esos filtros: cómo difundimos, cómo hacemos conocer las diferentes cuestiones y qué tipo de implicancia tienen en eso”, profundiza.

Tal como indica Basso, en Argentina no existe legislación que sancione la difusión de este tipo de material, algo que sí es un hecho en Estados como, por ejemplo, México. “Creo que en nuestro país estamos acostumbrados a estas cuestiones, sobre todo cuando los casos se mediatizan y se vuelve una pesca de primicia. En Paraná, muy lamentablemente en casos conocidos hubo fotos que aparentemente se filtraron y no se sabe bien desde dónde. Como público tenemos derechos pero también obligaciones, la responsabilidad de no dañar la dignidad de las personas y entender que esto no es un espectáculo. Que hubo un delito, una situación que genera muchísimo dolor a muchas personas: poder manejar esa idea antes de salir en busca de la primicia, me parece muy importante”.


Fuente de la imagen elpais.com

Medios de comunicación y audiencias comprometidas
Las rutinas periodísticas de los medios de comunicación comerciales y masivos, el minuto a minuto, la velocidad con la que hoy en día circula la información y la necesidad de actualizar un tema hasta “agotarlo”, en muchas ocasiones propician el olvido de los límites éticos. Luciana Basso refuerza esta crítica al afirmar que “para los medios privados conseguir una primicia es un premio: ‘lo publico primero, y me transformo en referente de esto’”.

En estos casos también podemos intervenir: “Cuando esto ocurre, como público podemos hacer uso de nuestros derechos ciudadanos. En nuestro país funciona la Defensoría del Público donde se puede denunciar anónimamente cuando un medio está siendo irrespetuoso con la dignidad de las personas, cuando se están atropellando los derechos humanos”.

¿Cuál es la importancia de tener en cuenta estas posibilidades? “Creo que hay que poder hacer uso de ello, marcando a los medios de comunicación qué tipo de cosas queremos ver, cómo queremos que nos informen, y decirles que la gente que está del otro lado no es una masa que solamente consume, sino personas que estamos mirando, sintiendo, pensando. Herramientas hay, pero es necesario aprender a usarlas, y sobre todo poder entender que somos responsables también de la comunicación que queremos y de la manera en que queremos que los símbolos y discursos circulen por nuestras comunidades”, finaliza.

Las plataformas digitales hoy constituyen un nuevo espacio de sociabilidad y a la vez, ayudan a multiplicar las voces. Entre nuestros deberes hoy está apelar a que las redes sociales no pierdan su dimensión humana.
 
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