Institucional - 25.05.2021

Ideales con historia, desafíos del presente

El historiador entrerriano Juan Antonio Vilar reflexionó sobre los acontecimientos de la Revolución del 25 de Mayo.
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Ideales con historia, desafíos del presente
Ideales con historia, desafíos del presente
“Cuántos sucesos memorables se dieron a continuación: el triunfo de Suipacha en el Alto Perú permitió a Castelli proclamar los derechos e igualdades de los indios; Belgrano creando la bandera celeste y blanca, la Asamblea del año 12 declarar libres a los hijos de esclavos nacidos a partir de ese año, Güemes cuidando con sus ‘gauchos’ la frontera norte, el Congreso reunido en Tucumán declarando la Independencia, San Martín formando su ejército en Plumerillo y, en una hazaña sin par, cruzar la cordillera de los Andes, vencer en la batalla de Chacabuco, darle la independencia a Chile, para luego llegar al Perú y en Lima, declarar su independencia, después su entrevista en Guayaquil con el libertador de Venezuela, Colombia y Ecuador, Simón Bolívar para que completara la lucha emancipadora y que culminó con la victoria de Sucre en Ayacucho”.

El párrafo anterior pertenece a un fragmento de la obra histórica "Revolución y lucha por la organización. Primera y segunda década de la revolución 1810-1829"; "La Confederación Argentina. Época de Rosas 1829-1852" creada por el profesor Juan Antonio Vilar y editado por la EDUNER.

Vilar, reflexionó junto a UNER Noticias sobre los acontecimientos de la Revolución del 25 de Mayo, una fecha significativa en nuestra historia. Además, analizó el proceso mundial que se dio en los años posteriores a la Revolución, principalmente, el contexto europeo y americano.

Para todo historiador, lo fundamental es la fuente de información. Documentos, materiales y testimonios que las sociedades dejan de aquellos hechos vividos. “Interpreto el pasado y el presente desde un lugar, desde una posición ideológica, desde una visión del mundo y de las cosas, sin pretensiones de tener la verdad, pero tratando de acercarme a ella, utilizando la dialéctica como método de análisis”, así lo explica el historiador.

Cabe mencionar que Juan Vilar fue profesor adjunto y titular ordinario en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad. Ejerció la docencia superior 16 años y 31 la universitaria. Dictó cursos y conferencias relativos a Historia Nacional y Latinoamericana. Publicó en diversos medios artículos sobre temas de Historia Argentina. Es autor de Revolución y lucha por la organización. Primera y segunda décadas de la revolución 1810-1829 (Eduner, 2014), y La Confederación Argentina. Época de Rosas 1829-1852 (Eduner, 2016). Hacia la derrota Federal. La Confederación Argentina 1852-1862 (Eduner, 2017).

La dependencia que no acaba

“La generación que organizó el estado nacional, tenía puesta su mirada y su admiración en Europa, especialmente con la cultura francesa y la economía inglesa, aunque nosotros imitábamos todo lo posible a la economía de Gran Bretaña, y, viendo esencialmente lo que fue el desarrollo industrial seguimos siendo un gran productor de grano y carne. Por supuesto que con el tiempo, ya no sigue siendo prioritario el desempeño de esa Argentina agro-productora, sino que aparecen otros rubros como tal es el caso de la industria metalmecánica, la cual nos encontramos totalmente dependientes de la tecnología extranjera”, señala el maestro Vilar.

Es muy común hablar de la Argentina granero del mundo como aquella época con un máximo progreso que fue la generación del ´80, “pero debo decir primero, que no éramos graneros del mundo sino gran productor y vendedor de granos fiscal; y segundo, gran parte de nuestra riqueza propiamente dicha estaba hipotecada al capital británico, es decir, los ferrocarriles eran ingleses, los frigoríficos eran norteamericanos e ingleses, fundamentalmente la industria era británica”, explicó.

“Recuerdo que en el tercer Censo Nacional del año 1914, se puntualiza a toda la fabricación como propia de los productores extranjeros, que a su vez, poseían importantes extensiones territoriales latifundistas de producción en granos y carnes. Es decir, era una riqueza argentina que se encontraba siempre hipotecada, y así permanentemente padecíamos una deuda externa que debíamos enfrentar quitándole recursos al presupuesto nacional”, indicó.

Un federalismo casi imperceptible

“La oligarquía porteña, que tenía apoyo financiero especialmente de Inglaterra, eliminó el federalismo provinciano. En primer término, a través de la defección de Urquiza que le dio el campo libre a los porteños para que dominaran el país, y eliminaran las autonomías provinciales. De esa manera, sostenían la inconveniencia del sistema federal si las provincias no estaban previamente organizadas, con sus propios recursos humanos y materiales (económicos)”, relató Vilar.

En consecuencia, “la civilizada y culta Buenos Aires tenía el derecho y estaba en condiciones de gobernar. Pero en la práctica, como los porteños sólo atendían sus propios intereses, en detrimento del Interior, el abismo que separaba a una de otras iría en aumento y las provincias se hundirían en la pobreza y el atraso”, completó.
En este sentido, el profesor afirmó que “en Argentina las tendencias mundiales estuvieron ejecutadas por la oligarquía porteña, que terminó por destruir a los caudillos y al federalismo. La construcción de los liberales porteños, a pesar de los cambios lógicos ocurridos en 150 años, con un país federal como lo soñaron muchos provincianos y cómo intentaron hacer Urquiza y el grupo que lo rodeaba, hubiera sido un país más igualitario y tal vez no tan dependiente”.

Un cambio cultural y de idiosincrasia

A modo de conclusión, Vilar se refirió a un futuro en el que las nuevas generaciones puedan llegar a ser artífices de esos cambios. “Las bases de la Argentina moderna, cuya estructura política, social, económica y cultural, aún se mantiene pese a haber algunos cambios, no resultan suficientes para iniciar una profunda modificación que nos pueda trasladar a una nueva realidad social con autonomía e independencia”.

“En la Argentina del centralismo despótico que los partidos y el Estado cultivan, y los medios porteños de mayor difusión sostienen en pleno siglo XXI, no hacen más darle continuidad a una historia de dos siglos hasta la actualidad. Valentía y decisión es lo que se necesita para terminar con la dependencia”, cerró.




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