Desde 2017 en nuestra Universidad funciona el Protocolo contra las violencias sexistas. Asesora y acompaña a integrantes de la institución cuando lo necesiten. Además, se trata de un espacio que propicia la reflexión sobre los modos de relacionarnos, como propuesta de cambio cultural. Luciana Basso, autoridad de aplicación del Protocolo, señala que el objetivo es “que las personas puedan desarrollarse, estudiar, capacitarse o trabajar en un ambiente sano libre de violencias. Necesitamos un cambio de paradigma, en términos de las relaciones que establecemos: dentro del aula, dentro de las oficinas y entre estudiantes”.
Durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio “han aumentado exponencialmente los casos de violencia, las llamadas a la línea 144, al 911, a las Fiscalías de Género. Desde el feminismo y los estudios de género lo veníamos advirtiendo hace mucho tiempo: el mayor peligro para las mujeres y disidencias sexuales no está en la calle, sino que tiene que ver con lo privado, la familia, la pareja”, afirma Basso. Por ello desde el Protocolo quieren resaltar que su trabajo continúa desde la virtualidad, para todas las personas que necesiten ayuda.
En redes sociales, difundieron piezas comunicacionales para identificar los tipos de violencias y las vías de comunicación correspondientes a cada Facultad. “En este contexto en el que obligatoriamente se tuvieron que restringir la circulación y los encuentros con personas solo a lo íntimo, estas situaciones se exacerban y las personas que padecen violencia, ven que se incrementa”.
¿Cómo trabaja el Protocolo?
La dispersión geográfica que caracteriza a la UNER no fue un obstáculo: si bien la conformación varía, cada unidad académica logró constituir su propio equipo con referentes especializados o interesados en la temática. “Son equipos de primera escucha, donde las personas pueden plantear sus consultas o dudas y traer sus sugerencias de acciones, para cumplir el objetivo de generar una universidad libre de violencias, respetuosa de las personas, de sus derechos y que pueda potenciar las capacidades de quienes formamos parte de ella. Esto también se refleja cuando un profesional universitario interviene en su campo o en la sociedad y puede dar cuenta de esa mirada transversal”, detalla Basso, quien cumple sus funciones en la Casa de la Universidad.
Aquellos casos que demandan intervención del Protocolo pueden, en primera medida, ser resueltos de manera comunitaria: “La persona a la que se le está señalando alguna conducta de abuso de poder o de carácter sexista toma conocimiento de eso, se compromete a generar un cambio de conducta y/o actitud/es y se va observando ese proceso, porque no puede seguir sucediendo. No entendemos que el punitivismo sea un camino, apuntamos a generar cambios a nivel de la cultura institucional”, indica Basso.
El Estatuto de la UNER constituye el órgano máximo de resolución de conflictos y ordena los pasos a seguir, “en relación a qué categoría de ciudadano universitario se trata. Por ejemplo, si la situación presentada es con un o una docente, se resolverá vía juicio académico a través de Consejo Superior. Si tiene otro carácter será de acuerdo a la normativa marcada por el estatuto tanto para docentes, PAyS y estudiantes”, explica y añade que las sanciones no son competencia del Protocolo, sino que éste sugiere medidas al tribunal correspondiente. Aquellos casos tipificados en el Código Penal son derivados al Poder Judicial de nuestra provincia: “Como agentes del Estado tenemos la obligación de dar cuenta a la Justicia, y acompañamos el proceso”, indica.
Además, actualmente existen convenios con el Programa de Prevención y Asistencia a víctimas de las Violencias (Violencia Familiar y Violencia de Género) del Consejo de Prevención y Diseño de Políticas Públicas contra las violencias (COPREV), Secretaría de Mujeres, Género y Diversidad; con el programa DEFENDER de la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social de Entre Ríos; con la Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental. En esos espacios las personas también pueden encontrar contención para la situación que atraviesan.
Las consultas más frecuentes tienen que ver con violencias de tipo psicológicas y simbólicas, según la categorización establecida en la Ley Nacional N° 26485 de Protección Integral de las Mujeres. “Suelen ser de tipo sexual-romántico, es decir, dificultades para comprender lo límites, cuando las personas dicen que no, es no. Entendemos que aquí hay que hacer un trabajo en relación a la cultura. Aparece también la violencia simbólica en relación a los estereotipos culturalmente asociados a la feminidad, que se trasladan al orden del hacer, del pensar y del trabajo profesional. Esto es por ejemplo, escuchar en las aulas: ‘atentas chicas porque seguro esto va para ustedes’ o ‘no vas a poder hacer esto porque no te da la cabeza’”, detalla.
Sensibilización entre los ingresantes
Desde 2018, el Protocolo organiza charlas y espacios de reflexión en el marco del Ciclo de Ambientación a la Vida Universitaria. La intención es “sensibilizar y trabajar acerca de las representaciones que los ingresantes tienen de lo que significa la violencia sexista, de lo que es el sexismo, lo que significa la perspectiva de género. Se les comenta cómo trabajamos y se les explica que no todas las consultas necesariamente derivan en denuncias. En realidad, en estos dos años de trabajo que hemos tenido, las consultas que derivan en denuncias son las menos”, sostiene.
El balance en torno a las charlas es altamente positivo para Basso: “A medida que el tiempo pasa, vamos viendo cómo las configuraciones cambian y las ideas en relación a esto tienen una transformación para bien. Por otro lado, conocen la herramienta en sí, como una cuestión de resguardo”.
En la actualidad, todas las universidades que forman parte del Consejo Interuniversitario Nacional -CIN- y cuentan con un Protocolo contra las violencias sexistas, integran la Red Universitaria de Género -RUGE-. A partir de ella se organizan encuentros en pos del fortalecimiento de cada una de las áreas, y de la creación en aquellas instituciones que aún no las tienen. La distinción principal entre las universidades se relaciona con “los modos de intervención y la institucionalidad que el Protocolo tiene. Lo que podemos destacar de nuestra universidad es que para ponerlo a funcionar y para generar la autoridad de aplicación, se realizó un concurso público abierto. Nos pudimos presentar diferentes personas con trayectorias en relación a la problemática de género. La UNER es una de las pocas universidades que lo tiene institucionalizado de esa manera, y donde la intervención es por medio de sugerencias y de manera directa al órgano que tiene que intervenir”.
En estos días de aislamiento obligatorio, el mensaje de la autoridad de aplicación del Protocolo contra las violencias para toda la comunidad de la UNER es: “Seguimos trabajando y acompañando, aquí estamos igual que siempre y pueden comunicarse por las vías que aparecen en nuestras redes, estamos a disposición también para hacer de puente con las instancias que el Estado provee”.
Contacto: protocolodeviolencia@uner.edu.ar o al teléfono 0343-1543880083
La línea telefónica 144 está disponible en todo el país las 24 hs para consultas, asesoramiento y prevención en casos de violencia de género.