Romance de Ana Teresa Fabani
Eras como si la luz
se hubiera vuelto muchacha,
con todo tu pelo rubio
en fulgores de cascada
cayendo en oro purísimo
por la albura de tu espalda.
Una sonrisa noviera
y estudiantil asomaba
columpiando lejanías
en tus ojos de esmeralda,
verdes con azul de río,
azules con verde de algas.
Cimbreante rumor de junco
en tu andar de colegiala,
de tu casa a la Normal
al despuntar la mañana
y hacia el sol del mediodía
de la Normal a tu casa,
en bullicioso racimo
de manos entrelazadas.
O bien, abriendo suspiros
en vueltas de la plaza,
como capullos que anuncian
las flores de las miradas
y el temblor adolescente
de la piel enamorada.
Después, en tu tierra pura,
suceso de la alabanza,
creció el milagro del canto
como una semilla mágica
caída de alguna estrella
para esta dicha del alma.
Y tuvo nombre tu nombre
convocador de nostalgias,
laurel de plata nativa
para la musa entrerriana.
Así te verán mis ojos
por más que crucen distancias
y se amontonen los años
en las manos olvidadas,
Ana Teresa del tiempo
en que los ojos soñaban
y eras como si la luz
se hubiera vuelto muchacha...