Este contexto de aislamiento social, junto con la hiperconectividad a la que niños, niñas y jóvenes se encuentran expuestos, pueden potenciar los delitos cometidos a través del entorno virtual. Las prácticas de acoso y abuso sexual cometidos en contra de esta población vulnerable se suceden en su mayoría a través de las redes sociales, las plataformas de mensajería o de videojuegos, la navegación por Internet y los teléfonos móviles.
“El acoso cibernético puede ocurrir en todo tiempo y lugar, se presta mucho más para ser anónimo, y se puede volver masivo. También hay una mayor desinhibición, como el contacto está mediado a través de la pantalla, las personas no toman total dimensión de lo que están diciendo porque no ven el efecto directo de su agresión”, manifiesta Santiago Resett, doctor en Psicología, egresado en Ciencias de la Educación, docente e investigador de nuestra Universidad.
Según el especialista, tanto el acoso como el bullying son sinónimos: “Son agresiones intencionales y reiteradas, y generalmente las víctimas no pueden defenderse. Cualquiera puede sufrir acoso o bullying”. Respecto de la problemática, el especialista indica: “El acoso cibernético también es un acoso intencional, del cual la persona que lo sufre no puede defenderse fácilmente, porque es llevado a cabo con las nuevas tecnologías. En este caso, la vulnerabilidad de la víctima puede radicar en un uso descuidado que hace de las redes sociales. Es decir, abierta, no configurada en privacidad y aceptando a personas desconocidas”.
Con la práctica del sexting o sexo virtual existen otros riesgos vinculados a los delitos informáticos: el posteo de contenido íntimo de índole sexual, erótico o pornográfico a través de teléfonos móviles. “Las fotografías y mensajes enviados o compartidos también son un factor de riesgo para ser acosado”, refiere Resett.
El grooming es un delito por el cual “un adulto se contacta con un menor con fines sexuales, trata de seducirlo, tener conversaciones sexuales, pedirle fotos, entre otros”, indica el investigador. Subraya también que todas las personas están en riesgo de recibir acoso cibernético, pero durante la niñez y/o adolescencia “son más vulnerables, por tener menos recursos sociales y cognitivos. Los adolescentes, en general, piensan ‘esto no me va a pasar”.1.png)
En Argentina el grooming quedó incluido en el Código Penal (artículo 131), gracias a la Ley 26.904 sancionada el 13 de noviembre de 2013. Establece penas para quienes por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma. Además, existe la línea gratuita 134, para hacer denuncias en todo el país.
Hoy en día cualquier persona se expone en las redes sociales, pero sobre todo los adolescentes y niños pueden hacerlo demasiado. Es deber de los padres prestar atención, informarse y estar alertas. “La prevención comienza con la configuración de la privacidad de las cuentas, estableciendo contraseñas, no dejar correos o redes sociales abiertas en una computadora que no sea la personal. Se debe tener cuidado con los posteos. No aceptar personas desconocidas o sin amigos en común, que no sepamos quién es”, advierte Resett.
Dentro de los hogares es necesario hablar del tema, informar y educar a todos los integrantes en el uso seguro de las nuevas tecnologías. Respecto de la actitud que deben tomar los adultos en el cuidado de los menores, el doctor remarca: “Hay que estar involucrados en sus vidas, supervisar qué hacen cuando están conectados. Existen herramientas de control parental para filtrar ciertas páginas. Hay que ser cálidos, comprensivos, pero también firmes. Sobre todo predicar con el ejemplo”.
“Mi recomendación es involucrarse y no prohibir el uso de las nuevas tecnologías. Tienen aspectos muy positivos, el conocimiento nunca ha estado tan al acceso de la mano y nunca hemos estado tan comunicados. Pero lo fundamental es hacer un uso seguro de ellas, tener cuidado con lo que subimos y compartimos”, añade.
El fenómeno del ciberbullying
Resett advierte que, dentro de la población de jóvenes, está creciendo otro fenómeno social: el ciberbullying. Este tipo de acoso que consiste en ofender, insultar o maltratar a una persona a través de internet y/o redes sociales. Según la organización UNICEF, las consecuencias para víctimas que sufren acoso pueden durar largo tiempo y afectar de manera mental, emocional y/o físicamente.
“Nunca hay que contestar la agresión online. Somos seres sociales y el agresor lo que está buscando es que contestemos para retroalimentarse y seguir. En este caso, se debe trabajar a nivel familiar y con la escuela. Es fundamental, a nivel docencia y de los padres, trabajar no solo con el agresor, sino también con los espectadores de la agresión”.
“Hay que transmitir esto: está mal agredir, y si sos un espectador también sos parte. En muchos casos la víctima tiene miedo de hablar. Si no busca ayuda, el acoso cada vez es peor. Es decir, las víctimas se vuelven más débiles y los agresores más fuertes”, agrega.
Para finalizar el investigador propone: “Por el tema Covid-19, nos enfrentamos a la infoxicación: estamos constantemente bombardeados por noticias y también por noticias falsas. No debemos compartir cosas que no sabemos si son reales. Hay que empezar a programar actividades para no estar todo el tiempo con el celular y desconectarnos de las tecnologías”.
