Desde la Cátedra de Introducción a la Edición y la Coordinación de la Tecnicatura en Producción Editorial de la Facultad de Ciencias de la Educación de nuestra Universidad, se realizó la charla virtual “Estado actual del campo editorial argentino y la industria editorial en cuarentena”, a cargo de Alejandro Dujovne. El disertante es Doctor en Ciencias Sociales, investigador de CONICET y fue unos de los redactores del proyecto de ley de creación del Instituto Nacional del Libro.
Dujovne explicó que la edición “es un universo social, donde hay gente que cumple determinadas funciones, procesos y se relaciona con determinados actores para generar un determinado producto que en este caso es el libro. Es un universo social con prácticas concretas. Estos actores se interrelaciones y cada uno tiene diferentes representaciones de ese espacio y de cómo funciona”. Es dentro de ese universo que se encuentran libreros, editores y lectores, cada uno con una mirada particular.
Hay distintas reacciones sobre el libro. Entre el encuentro de un lector con un libro, existe una gran cadena que pasa por la posibilidad de que un autor o autora pueda publicar y que la editorial haga un buen trabajo. A su vez, ese libro debe llegar a una distribuidora que se encargará de enviarlo a una librería, donde el librero deberá ponerlo en una mesa de exhibición para que el lector pueda encontrarlo. “Tenemos una cadena de actores que lo que hacen es producir valor a ese bien material y simbólico que es el libro. No es fácil acercarse a ese fenómeno del universo del libro, siempre optamos por un punto de vista, una entrada que no necesariamente excluye a otras pero que pueden ser contradictorias”, comentó.
En ese sentido, el investigador diferenció los distintos puntos de vista de los editores independientes y los grandes grupos editoriales. “Un editor independiente puede venir del mundo de las letras, ser traductor o amigo de escritores y que ve desde su punto de vista las dificultades de ese mundo del libro. Editar supone una inversión importante de dinero, y al mismo tiempo ve que grandes grupos editoriales tienen más capacidad de hacer lo que a él le cuesta. Si ese editor no está en una vidriera de librería, puede ser porque los grandes grupos han copado esa vidriera. A su vez, capaz tenga otros trabajos y su vida no dependa de vender libros, al menos en un momento inicial. Esto le puede permitir hacer apuestas más arriesgadas, innovadoras, animarse a publicar otro tipo de autores o hacer experimentaciones estéticas”.
En el polo opuesto se encuentran los grandes grupos editoriales “donde la idea es dominar el mercado. Estos deben sostener una estructura de costos. Mientras más crece una empresa, tiene más costos y el volumen de producción tiene que ser otro. No puede editar sin tener una consideración económica. Ahí entran otras figuras más ligadas al mundo del negocio que empiezan a tomar parte de las decisiones de lo que se edita o no. Eso implica ir a lo seguro, lecturas más estandarizadas que vayan a un público amplio. Encontramos polos de funcionamientos que definen esos puntos de vista”.
Dujovne también remarcó que en Argentina existen tres temporalidades que definen la situación actual de la industria del libro. La primera se trata de la actualidad, “la crisis de la cuarentena y las restricciones sanitarias hizo que el sector se hundiera, que llegue a niveles de 2001 y hasta peores. El sector había empezado el año con ciertas expectativas porque se supone que iba a haber una lenta reestructuración económica. Se cortó el consumo de libro, la gente no tiene dinero o tiene miedo de gastar o salir de su casa. También se cortó desde la política pública, tenemos un Estado mucho más demandado y frágil que el que teníamos hace 3 o 4 meses. Hay una sociedad empobrecida con muchas demandas sociales urgentes”.
Otro fenómeno que se acentuó en este período fue la circulación de libros en PDF por internet de forma gratuita, afectando los derechos de autor, como así también la alianza entre Planeta y Mercado Libre, donde el gran grupo editorial puso a la venta su catálogo completo, factor que perjudica muchísimo a las librerías. “Esto trastocó ciertas reglas de juego que estaban establecidas en el mundo del libro y rompen con el sistema de solidaridad implícito que había”, resaltó.
La segunda temporalidad se refiere a los cuatro años del gobierno anterior, con recesión económica y el corte de la política pública. “El macrismo dejó que el mercado definiera libremente sin ninguna regulación estatal, generando el corte del consumo en la sociedad y una lenta caída que implicó despidos, cierre de librerías y menor cantidad de impresión de libros. Esto llevó que editores impriman fuera del país. Hubo un gran empobrecimiento del mundo editorial”.
La tercera temporalidad es de largo plazo y se refiere a resolver cuestiones estructurales que hacen que la industria editorial en el país caiga en crisis cada dos años. “Existen problemas estructurales que arrastramos de larga data. Primero, la pérdida de mercados externos. Luego el enorme desequilibrio geográfico que conforma el mercado del libro argentino con una hiper concentración en ciudad de Buenos Aires y alrededores. El resto del país queda desprovisto de editoriales, muchos autores del interior no tienen la posibilidad de publicar. Además, hay deficiencia de librerías en algunas provincias o librerías donde sólo llegan los grandes grupos pero no las editoriales independientes. Por último, la concentración económico-comercial que existe con los grandes grupos editoriales y las cadenas de librerías”.
Dujovne destacó que, a pesar de esos elementos que se presentan, en los últimos años también hubo un crecimiento de forma paralela de editoriales independientes o cooperativas, con catálogos bien seleccionado y que se han profesionalizado. “Las cadenas de librerías van a preferir siempre los grandes grupos, lo que genera rentabilidad son los best sellers. Tienen una alianza estructural. Las pequeñas librerías, por su lado, saben que no pueden competir entonces buscan abrir la diversidad de los libros que ofrecen y eso hace que tengan mayores vínculos con las editoriales independientes”.