En esta pandemia, las desigualdades económicas y sociales imposibilitaron que todos pudieran cumplir la consigna de quedarnos en casa. Un equipo de la Facultad de Trabajo Social de nuestra Universidad buscó garantizar esas condiciones para las personas en situación de calle en Paraná, particularmente las alojadas el Centro Integrador Comunitario -CIC- Este. “La idea es que estos espacios permitan construir lazos sociales y acceder a determinados derechos vulnerados, que no sea un lugar para quedarse para siempre, sino solo para poder transitar y construir otra cosa”, expresa Delfina Recalde, Lic. en Trabajo Social y Mg. en Salud Mental.
La propuesta se inscribe en el marco de una Acción de Extensión en Emergencia titulada “Sobre ‘habitar las calles’ en tiempos de pandemia”, dirigida por la Lic. en Trabajo Social Verónica Rocha. El trabajo fue conjunto con organismos gubernamentales y voluntarios que regularmente se ocupan de atender esta problemática. Si bien el período de ejecución fue planteado en 3 meses, “el desafío es que pueda tener continuidad desde el marco de una política pública integral”, explica Recalde. Sobre la cantidad de personas alojadas afirma que es variable, “pero son entre 80 y 90 personas”.
La intervención no implica únicamente garantizar mejores condiciones materiales. “Apareció una demanda muy puntual en relación a la utilización del tiempo libre, así fue que empezamos a pensar acciones orientadas a favorecer procesos, tanto de capacitación laboral como de posibilidades de inclusión social”, detalla Recalde, al tiempo que destaca que las personas destinatarias de esta acción “manifestaron el deseo de donar parte de lo producido en estos talleres, por ejemplo a comedores comunitarios. Fuimos generando acciones en relación a lo que ellos mismos iban demandando y a lo que se iba presentando en la cotidianeidad de estar alojados en este refugio”.
Los talleres ofrecen actividades tanto de capacitación como recreativas, artísticas y culturales: costura, cocina, huerta, bijouterie y artesanías, cumbia y rap, entre otros. También está pronto a comenzar un espacio de alfabetización. “Estos talleres procuran trabajar no sólo la capacitación laboral para un posible desempeño futuro, sino también la responsabilidad, el trabajo en grupo”, explica.
Por su parte, Verónica Rocha señala que “si bien la mayor parte de las personas que habitan las calles y que están hoy en el refugio son adultos y adultos mayores, hay también niños y adolescentes alojados, que producto de determinados momentos de desafiliación han quedado en situación de emergencia. Hoy tenemos que pensar que no es solamente una franja etaria, la complejidad de la situación involucra a diferentes sectores de la población”.
Otra línea de trabajo tiene que ver con “las situaciones singulares de cada uno de ellos. Se realizan entrevistas para conocer sus historias y demandas, y en función de eso se van acompañando diversas intervenciones, que tienen que ver con gestionar documentación básica, ya sea el DNI, certificado de discapacidad, pensión, lo que requiera cada situación. También se acompaña en el reforzamiento o recuperación de vínculos sociales y familiares”, sostiene Recalde.
Las extensionistas sostienen que esta Acción de Extensión en Emergencia les brindó recursos para reforzar el trabajo que realizaban desde hace un tiempo. “Al momento tenemos un balance muy positivo. Lo vemos en las personas, en cómo se han apropiado del lugar, cómo han cambiado su actitud, mucho más propositiva, y con la posibilidad de proyectarse en un afuera haciendo actividades. Queremos agradecer y destacar el rol de la universidad pública que dijo presente desde los inicios, en el momento donde todos estábamos queriendo ubicarnos en esta nueva situación, ofreció líneas de extensión. Es algo a destacar, y creo que siempre pasa en la UNER”, finaliza.