Actualmente, el avance de la pandemia coronavirus está afectando vertiginosamente a los ciudadanos y a las economías del mundo. A esto se le suma la proliferación de un enorme caudal de noticias falsas o fake news que lo único que hacen es desinformar, alarmar a la población y generar una psicosis colectiva que en muchos casos no se puede detener.
En este contexto, los profesionales de la comunicación tienen un rol fundamental y un compromiso con la sociedad respecto de la circulación de la información.
“Con la masividad de los medios de comunicación, es más fácil originar y que circulen distintas noticias e informaciones con mayor rapidez”, manifiesta
Aixa Boeykens, graduada de nuestra Universidad, docente y coordinadora de la carrera de Licenciatura en Comunicación Social de la
Facultad de Ciencias de la Educación.
“Lo que caracteriza al fenómeno de las fake news es, por un lado, esta modificación en el sistema comunicacional con las redes sociales, que demanda mayor rapidez para que la información esté presente cuando hay algo que comunicar. Por otro lado, el poco tiempo para poder chequear de dónde viene esa información”, relata.
En este sentido, los medios de comunicación tienen una responsabilidad fundamental respecto de la sobreinformación:
“Las rutinas de producción y la seriedad con la que se construye la información”, indica Boeykens. Lo que en general ocurre en los medios periodísticos es un constante
“llenar espacios”. Por ejemplo:
“Hay, de manera permanente, conductores repitiendo cosas, lo que genera una espectacularización del tema. Esto es lo que las personas reciben. La constante repetición de un tema genera un estado de miedo o pánico, y no contribuye”, agrega la docente.
Según Boeykens, se puede hacer un excelente uso de las redes sociales, pero depende de cada ciudadano:
“Cada uno de nosotros tiene que ser responsable cuando enviamos información. En las fake news hay dos componentes que actúan: uno cognitivo y otro emocional. En general, el equilibrio trata de desplazarse hacia el componente emocional, lo que descarta la posibilidad de poder prestar atención a cuál es la información que está transmitiendo”. Consumo ciudadano En este mundo globalizado, el imperio de la tecnología, las apps o redes sociales transforman las prácticas y/o hábitos de la vida cotidiana de las personas. Estar en la red implica adentrarse a un universo infinito de posibilidades: de entretenimientos o juegos; de comunicarse con otros o informarnos; y todo esto lo podemos hacer al mismo tiempo. En nuestro comportamiento diario
“scrolleamos, nos encontramos con enlaces de medios de comunicación, de medios no conocidos, inclusive algunos que no existen y que proponen titulares. Nos informamos con formas fragmentarias de comunicación, que pueden ser un titular, una foto o un meme, entre otros. Este puede ser el caldo de cultivo para potenciar las noticias falsas”, explica
Leonardo Murolo, doctor en Comunicación y director de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes e integrante de la REDCOM (Red de Carreras de Comunicación de la Argentina) de la cual la Facultad de Ciencias de la Educación también forma parte.
¿Qué tipo de información consumimos y de qué manera? depende exclusivamente de nosotros mismos
. “¿Cómo procesamos la cantidad enorme de información que consumimos mediante las redes?”, se pregunta Murolo. “No hace falta ser comunicadores, sociólogos, antropólogos para saber leerlos en su complejidad y saber que tienen dueños, intereses, voluntades que los mueven. Todos los ciudadanos y ciudadanas deberíamos saberlo. Es algo que atraviesa a todas las profesiones y al sujeto ciudadano, para tomar sus decisiones”, comenta.
“Las redes sociales contribuyen positiva y negativamente en la abundancia de información, hay una labor ciudadana que no es sólo votar y pagar los impuestos, sino también poder discernir en la información que consumimos y las decisiones que tomamos a partir de ella”, finaliza.
No es la primera vez que la humanidad atraviesa por una crisis global. La sociedad debe tomar conciencia de nuestras prácticas comunicacionales y ser críticos a la hora de compartir la información que circula en la red. Ante esto, ser responsables y cuidadosos en la difusión de noticias se torna indispensable, porque frente a una situación particular, no podríamos medir su impacto.