Santiago Laumann es licenciado en Seguridad, con especialidad en lo Público, Industrial y Transporte y Seguridad Vial. Es docente de la carrera Ingeniería en Transporte de la
Facultad de Ingeniería de nuestra Universidad.
El transporte en general es un conjunto de procesos que tienen como fin el desplazamiento y comunicación y el desarrollo y crecimiento entre regiones. Para el especialista, la complejidad del sistema tiene muchas variables. Por un lado, los costos de operación y, por el otro, los actores: empresas privadas de servicios públicos; los trabajadores -conductores, personal de mantenimiento y administrativo el estado, que interviene en sus múltiples facetas-; y naturalmente, los pasajeros.
“Decidir qué hacer hacer en una situación como la que actualmente vivimos depende del estado primero, y del acatamiento de las medidas por parte de los actores”, reflexionó.
A la hora de la toma de decisiones, se torna indispensable tener criterios y objetivos claros, y así lo indica Laumann:
“No es bueno suspender totalmente ya que la actividad económica, social y de salud depende de los buenos servicios de transporte. Por otra parte, si se suspende parcialmente, se debe regular la actividad de manera criteriosa y práctica y que no deje lugar a dudas sobre qué hacer”.
El debate está en torno a los espacios y/o lugares de contagio. La cuarentena no es acatada por algunos y las medidas varían según cambian los días. En realidad,
“no existe un transporte cuyas características sean un foco de contagio”, indica Laumann.
“Toda persona, lugar o ambiente es considerado un foco de contagio”, agrega.
El docente enfatiza en hacer una diferencia entre el peligro y el riesgo.
“El peligro es el virus que te está esperando en otra persona o en otro lugar invisible y al acecho. El riesgo es la forma en la que vos queres confrontar con ese peligro; si no te cuidás, no cuidás al otro. Parece simple, pero hemos perdido muchas veces la noción de estas dos palabras”.Es importante remarcar que para prevenir contagios
“las medidas concretas, por parte del estado y las empresas, sin dejar de lado los gremios, deben ser: desinfectar la unidad y proteger al conductor fundamentalmente. Los pasajeros que utilicen esos servicios deben cumplir con las normas de higiene que el estado ha establecido”, aconseja.
Ninguna de las modalidades de transporte serían seguras sin un protocolo de desinfección y de operaciones en situaciones de crisis, señala Laumann:
“Nuestro país no es un ejemplo de trabajar en contingencias de esta naturaleza. Lamentablemente hay que decirlo”.
Es necesario y urgente formar equipos que puedan afrontar futuras crisis.
“Por ejemplo, en otros lugares se ponen en operación los MSI (Sistemas de Manejo de Incidentes) o los IMT (Incident Management Team). Este tipo de equipos se prepara y ayuda a gestionar un problema”, explica.
Laumann espera que esta crisis
“nos ayude a reflexionar que necesitamos un planeamiento previo, prepararnos con anterioridad y tener planes adecuados que se activen en tiempo y forma”; y advierte que
“la carrera de Ingeniería en Transporte de la Facultad tiene los profesionales para llevarlo a cabo”. Finalmente en este contexto, la responsabilidad del sistema de transporte recae sobre el gobierno, las empresas del sector y los gremios.
“Es un desafío” para todos, considera el docente.
“La pregunta del millón es, ¿cuál es la tasa del beneficio perjuicio versus la salud? Esta es la pregunta que social y políticamente hay que afrontar”.