En tiempos de aislamiento social y preventivo para combatir la pandemia de Covid-19, la humanidad se ha visto obligada, en muchos ámbitos, a repensar nuestras prácticas cotidianas. Uno de ellos está ligado a una actividad diaria e imprescindible: cocinar y alimentarse. Conocer el origen de los alimentos que se consumen y de qué manera son tratados antes de llegar a la mesa es una actividad que en la rutina de todos los días pasaba, en ocasiones, inadvertida. El permanecer todo el día dentro de la casa acercó a las personas a la cocina, ya sea por una cuestión de economía del hogar o para pasar el tiempo en familia. Una alternativa que reúne estas dos condiciones es la realización de una huerta agroecológica en casa.
“Podemos hacer una huerta en un patio con fondo de tierra o hasta en un balcón”, detalla
Mercedes Rasia, Ingeniera en Alimentos, docente e investigadora, e impulsora junto a otros docentes y pays de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, de la llamada
“huerta de la facu”, un espacio de aprendizaje donde los estudiantes de la Escuela Secundaria de la Facultad aprenden a trabajar la tierra. Aprovechando los espacios y –de paso- reutilizando materiales, Rasia propone una huerta en macetas: “Podemos reciclar botellas, bidones, baldes, hay infinitas opciones”. También es importante hallar un lugar de la casa donde haya sol por lo menos seis horas al día, y agua disponible. Pero… ¿Qué pasa si esas condiciones no se dan? “En ese caso podemos sembrar aquellas especies que no necesiten tanto sol y que se cultivan bien a la sombra, como la lechuga y la acelga”, detalla la joven investigadora.
Tocando nuevamente el tema del reciclaje, esta época de cuarentena también brinda la oportunidad de comenzar a separar los residuos hogareños y convertirlo en un hábito junto a todos los integrantes de la casa. Y con los deshechos orgánicos puede hacerse compost que luego será abono para la huerta. “Necesitamos un rincón al que no le de mucho el sol y un balde o un cajón de madera para tirar ahí los restos de verdura, cáscaras de huevo, yerba, etc.”, enumera Mercedes. Lo que antes era basura, hoy es compost y mañana será abono. Más información y detallados paso a paso pueden hallarse en el manual
“Mi casa, mi huerta”, editado por el INTA y disponible para su consulta en línea.La agroecología, siempre presenteDesde la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Ciencias de la Alimentación, la Secretaria, Ing.
Romina Bacigalupo, confirma el acompañamiento que se realiza en lo que respecta a la agroecología, a través de diferentes acciones. “Acompañamos a emprendedores locales, brindamos charlas y talleres abiertos a la comunidad. En el 2017 realizamos un Seminario de Economía Social, Soberanía Alimentaria y Desarrollo, con disertantes referentes en la temática, como lo fueron los integrantes de la cátedra libre de Soberanía Alimentaria de la UBA. Luego, en conjunto con el INTA, realizamos talleres de Huerta Agroecológica y Alimentación Saludable. La primera vez fue en 2018, y en 2019, lo repetimos, debido a la gran demanda por parte de la comunidad en este tipo de saberes”.
Bacigalupo destaca la importancia de que la Facultad abra sus puertas y espacios de debate de este estilo y este tipo de temáticas. “Espacios que son horizontales y democráticos de intercambio de saberes, donde todos aprendemos”. Pero… ¿De qué se habla cuando se habla de agroecología? “El concepto es muy amplio, pero cuando hablamos de agroecología hablamos de inclusión, de ética, del cuidado de los recursos y de las personas, del derecho a la alimentación sana, segura y soberana. Estos términos también nos representan como comunidad universitaria y es la mirada que tenemos desde la Secretaría de Extensión y desde la Facultad. Es el camino en el que queremos seguir aportando y construyendo. Así podemos entender de dónde viene el plato de comida que tenemos enfrente y que eso, sea basado en la elección”, finaliza.